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Ángela Barco, escritora salmantina de principios del siglo XX, destaca por la calidad y originalidad de su literatura. Además es una figura clave del feminismo. Una de aquellas grandes mujeres que, a principios del siglo XX, trabajó para cambiar el mundo y luchó contra el reducido papel que la sociedad adjudicaba a las mujeres. Nos abrió camino a todas. Por todo ello, Ángela Barco merece salir del olvido que la historia de la Literatura le ha dedicado. Merece que su trabajo, sus narraciones, sus artículos no desaparezcan en la bruma del tiempo.

En este sentido, en la facultad de Comunicación y Creación Audiovisual de la Universidad de Salamanca han incluido a Ángela Barco en un interesante documental que se acerca a la ciudad de Salamanca desde la Literatura: .Descifrando Salamanca a través de la literatura. Desde Miguel de Unamuno hasta la actualidad. Para hablar sobre Ángela Barco me realizaron una pequeña entrevista que se incluye en el documental y que podéis ver en el vídeo bajo estas líneas

 

 

BIOGRAFÍA DE ÁNGELA BARCO

 

Angela Barco tuvo una carrera literaria extrañamente corta. Su vida está envuelta en misterio. Sabemos poco de ella y lo que sabemos procede de dos únicas fuentes. La prensa de su época, donde publicaba todos sus trabajos y en donde aparecen reseñas y notas de sociedad que nos hablan de ella, y las cartas que Ángela enviaba a Miguel de Unamuno, con el que mantuvo una relación epistolar de muchos años.

Ángela debió de nacer en torno a 1875-1876. Su primer artículo aparece publicado en la página literaria de El Adelanto en 1901. Como las demás escritoras del período opta por firmar con seudónimo masculino: Pedro del Valle. En el cuento titulado Mujer, Ángela Barco cuenta la historia de una estudiante de medicina que se siente profundamente incómoda dentro del disfraz de hombre con el que acude a sus clases. También la autora debió de sentirse incómoda haciéndose pasar por un tal Pedro del Valle porque en 1904 sale del armario, se deshace de su disfraz de hombre, y ya siempre firmará sus escritos con su nombre.

El tumulto que generó la publicación de El Hijo

La obra de Ángela Barco es tan combativa, tan valiente y tan poco dada a los eufemismos que muy a menudo la escritora se convierte en centro de polémicas. En 1910, El Norte de Castilla publica un artículo suyo El Hijo en el que reclama el derecho de las mujeres a acceder a los estudios superiores y a la universidad, a tener preparación para defenderse en la vida por sí mismas. Acusa a la sociedad y a las familias de centrar todos sus esfuerzos económicos en la educación de los hijos varones relegando a las mujeres a un espacio tan reducido que no hay para ella más horizonte que el matrimonio o el abismo. Cuentan los periódicos que cientos de estudiantes se manifiestan muy ofendidos a las puertas del domicilio de Ángela, que en aquel momento vivía en Valladolid. La escritora lejos de acobardarse invita a subir a su casa a una representación de tan enfadados muchachos. Le exigen una rectificación de su artículo. Ángela amablemente se niega y las protestas continúan hasta que la policía se ve obligada a intervenir y disolver al furioso estudiantado vallisoletano. El incidente aparece recogido en la prensa nacional.

Aquel escándalo afecta a Ángela hasta el extremo de decidir mudarse a Madrid, quizá pensando que en la capital encontraría espíritus más abiertos. Lo que Ángela no sabía todavía es que 1910 era su año. Se publica su novela corta Fémina que es un rotundo éxito. El nombre de Ángela Barco vuelve a resonar en toda la prensa nacional. En 1911, el Ministerio de la Instrucción Publica concede una beca a la escritora para estudiar en Francia la cuestión feminista: la situación de la mujer francesa. La carrera de Ángela empieza a despegar. Desde París sigue enviando artículos a los periódicos españoles. Pero en 1912 Ángela desaparece. Deja de publicar artículos y el nombre de la escritora no vuelve a localizarse en los periódicos.

La relación epistolar con Miguel de Unamuno

En 1918 Ángela envía una carta a su amigo Miguel de Unamuno. Le pide una recomendación. Busca trabajo de traductora de francés en alguna editorial. Por las confidencias que hace a Unamuno sabemos que entre 1912 y 1918 Ángela Barco se ha casado, ha tenido un hijo, se ha quedado viuda y necesita con urgencia trabajar. En esa carta aún manifiesta esperanzas de que sus escritos alcancen algún día valoración. Pero poco a poco, según van transcurriendo los años, Ángela va dejando de mencionar sus sueños literarios en las cartas a don Miguel.

La última carta que Ángela envió a Unamuno tiene fecha de 1935. Está cuidando de su hermano enfermo —y viudo— y de sus tres sobrinos, muy  pequeños aún y que están a cargo de la escritora.

Después de esa carta no hay nada más. Nos despedimos de Ángela en un periodo oscuro de su vida, agobiada por el peso de las responsabilidades y sabiendo que en unos meses estallará la guerra civil y que nada va a mejorar.

El Feminismo

¿Fueron las responsabilidades familiares las que ahogaron la carrera literaria de la escritora? Seguramente sí. La valoración que Ángela soñaba para sus textos no terminó de llegar nunca. La escritora logró cierto éxito, pero no el que habría necesitado para tener la oportunidad de vivir de escribir y afrontar con la pluma en la mano las responsabilidades y dramas que se le vinieron encima.

Uno de los factores que incidió en que su obra no logrará el respaldo suficiente fue el feminismo militante de Ángela Barco. Sobre este asunto nos da la pista una reseña sobre la autora aparecida en el periódico El Lábaro después de la publicación de Fémina:

Mas los días pasan, y Ángela Barco sigue oscurecida. ¿Lo merece? Digo y repito que no. Es una escritora que estará mal orientada acaso (puede orientarse mejor, y eso basta), pero que posee condiciones sobresalientes para brillar en las letras españolas.
Pero Ángelita olvidó al ir a Madrid que allí la esperaban los hombrones de la literatura, que verían en ella una enemiga capaz de disputarles las pesetas de sus mezquinas producciones.
Y ante el hambre, no hay cuartel, y menos galantería, ni respetos a la mujer. No hay más que guerra sorda, cruel, inacabable.
A la mismísima Pardo Bazán, si la pudieran destrozar los mismos que la elogian, la destrozarían, con placer refinado.
Por eso no es extraño lo que sucede con esta escritora, que tiene una saliente personalidad literaria, digna de que las gentes le rindan el homenaje debido.

Además de señalar la competitiva guerra abierta entre escritores —que respecto a las literatas aquellos prestigiosos hombres que escribían la ganaban muy fácilmente ignorándolas—, llama la atención lo mucho que destaca el periodista lo mal orientada que está Ángela Barco.. Lo que se lee entre las líneas del redactor es un consejo a Ángela: cambia de tema; el feminismo no es interesante.

Ángela no cambió de tema. Casi todos sus artículos, sus estudios, sus narraciones hablan la lucha de la mujer para conquistar un espacio que se le suponía sólo al hombre. En sus textos Ángela Barco se ocupó siempre de las injusticias, de la situación que vivían los más desfavorecidos, los obreros, las gentes del campo. Pero sobre todo se ocupó de la dramática situación que vivían las mujeres de aquel periodo y lucho para cambiarla. Por ello, desde el principio, Ángela se gano el calificativo de “Feminista” con todas las connotaciones negativas que en aquella época —y todavía a veces en la actualidad— implica.

Ese feminismo, ese calificativo que entonces la perjudicó tanto, sin embargo hoy nos ayuda a destacarla y rescatarla del olvido.

Valoración de la obra de Ángela Barco

Ángela Barco merece un lugar en la historia. Pero no sólo por ser una de las pioneras del feminismo en España. También porque su literatura, sus artículos, sus crónicas, sus estudios sociales, sus cuentos, su novela breve regalan a este siglo XXI belleza, emociones, sueños y fortaleza. En sus textos resuenan el bullicioso colorido de las calles parisinas de principios del siglo XX, el frufrú de los vestidos en los paseos de la España de provincias, las campanadas severas nublando los cielos de ciudades chismosas y pequeñas, los pasitos menudos de un mendigo déspota de seis años que en vez de pedir limosna exige pan al que lo tiene porque en su casa no lo hay.

La obra de Ángela Barco nos comprende. Su mundo y el nuestro se parecen en una luna de primavera entre chopos ribereños sacando a la luz que los sueños no se hacen realidad, en el llanto de un enfermo desafinando en medio de un insensible coro de pájaros y riachuelos a pleno sol. El mundo de Ángela Barco se parece al nuestro en la exclamación que lanza el personaje central del cuento “Mujer” — ¡Es extraño! — a la que nos unimos desde nuestra propia incomprensión del mundo que, más de cien años después, sigue siendo igual de extraño.

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