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Carmen Martín Gaite mantuvo con el movimiento feminista relaciones complicadas. La escritora, que fue siempre una defensora nata de la libertad, estaba muy en contra de que la encorsetaran con etiquetas. Una de las etiquetas de las que se desmarcó fue la de feminista. Nunca se consideró feminista.

Sin embargo, por mucha resistencia que opusiera al adjetivo, tanto su vida como su obra nos hablan de una mujer que vivió, defendió y transmitió los valores del feminismo.

No podía ser de otro modo porque ser mujer le creó no pocas dificultades para realizarse, tanto vital como literariamente.

Una feminista en la ciudad provinciana

Salamanca, la ciudad natal de la escritora, tiene el dudoso honor de ser la primera que intentó poner coto a las libertades que empezó a tomarse muy pronto la joven Carmiña Martín Gaite.

Carmiña empezó la carrera de Filosofía y Letras en 1943. En aquella Salamanca de los años cuarenta era imposible que Martín Gaite pasara desapercibida. Sus amigas de aquel tiempo eran María Dolores Ruiz Olivera —Mariores— y Natalia Guilarte Zapatero —Tali—. Para darnos cuenta de la importancia que tuvieron estas amigas, conviene señalar que el nombre de la protagonista de Entre Visillos —Natalia Ruiz Guilarte —Tali— es el resultado de fusionar los nombres de estas dos chicas. Pero la pandilla no la forman sólo chicas, también los chicos. Entre ellos nombres tan importantes como Ignacio Aldecoa y Agustín García Calvo.

Las diversiones de estas chicas en compañía de sus amigos desentonaban en la provinciana Salamanca. Estaba muy mal visto en aquellos años que una jovencita de buena familia saliera por ahí sola con amigos que no eran su novio, que entrara con ellos en bares, que se fueran juntos al río… Martín Gaite se salía de lo convencional y Salamanca empezó a hacer con ella lo que mejor sabe hacer una ciudad provinciana y pequeña: criticar. Lo cuenta así la escritora en El cuarto de atrás

El cuchicheo indignado de las señoras que me miran pasar con mis amigos camino del río, a través de visillos levantados. Ninguno es mi novio. Ni siquiera es mi novio, pero cantan y se ríen y me cogen de la mano, vamos por callejuelas, entramos en tabernas, alquilamos una barca para remar por el río Tormes que acaba de deshelarse, hay un sol de primavera temprana.

En una entrevista fechada en 2012, Ana María, la hermana de la escritora, señala la trascendencia del talante libre de Martín Gaite y sus amigas, y de cómo vivieron haciendo lo que querían, desentendiéndose de lo que esperaba de ellas aquella sociedad salmantina.

Yo creo que Carmiña siempre tuvo una veta. Era muy amiga de Aldecoa… En Salamanca no había ambiente bohemio, lo había con ellas (Mariores, Carmiña y otra amiga llamada Tali). Rompieron un poco con todo, iban al río a remar, quedaban con amigos, tenían novios de fuera… No eran las clásicas niñas de puesta de largo. Fueron tres mujeres rompedoras.

Carmen Martín Gaite posando como ganaddora del premio Café Gijón

Desde muy joven Carmen Martín Gaite tuvo muy claro que sus derechos y libertades debían ser exactamente los mismos que disfrutaban sus amigos. Y se esforzó por defenderlos contra aquella sociedad empeñada en limitarla.

El talante feminista de la escritora es claro ya desde su juventud. Un talante que heredan también sus personajes.

La protagonista de Entre Visillos, además de heredar de esta pandilla de mujeres rompedoras el nombre, hereda también su rebeldía, sus ansias de libertad. Hereda, en definitiva, el feminismo. La adolescente protagonista de Entre visillos se siente asfixiada por la existencia sin horizontes que le propone aquella sociedad provinciana y machista, y en un pasaje de la novela afirma:

Si tengo que ser una mujer resignada y razonable, prefiero no vivir.

La literata, mujer tenías que ser

Entre visillos nos da también pie para analizar cómo afectó a Gaite ser mujer y escritora. La novela fue galardonada con el premio Nadal de 1957. Dos años antes lo había ganado el marido de Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio. Si acudimos a las hemerotecas y echamos un vistazo a la prensa de aquellos días, nos encontramos en el ABC un reportaje sobre la nueva ganadora del Nadal con el siguiente titular:

Las tareas del hogar le dejan a Carmen Martín Gaite poco tiempo para escribir

Por si el titular no fuera bastante una de las fotografías que lo ilustran muestra a la escritora dando de comer a su hija de año y medio. También la mencionan específicamente, al hacer una descripción de la escritora:

Carmen Martín Gaite está un poco cansada y es lógico que así sea: conferencias, llamadas, visitas, la casa, y todo sin descuidar a la niña.

La revista Blanco y Negro de este mismo periódico vuelve a destacar unos días después, también en titulares, el escaso tiempo que la flamante ganadora del Nadal tiene para escribir:

Desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde, me dedico al hogar; de ocho a doce de la noche, escribo.

Leyendo el reportaje encontramos la detallada explicación que ofrece la escritora acerca de sus rutinas cotidianas:

Mi vida de mujer y de escritora es simple. Desde las ocho y media de la mañana en que me levanto, a las ocho de la noche en que acuesto a mi hija, me dedico a la casa, a mi marido y a la niña. A las ocho me pongo a escribir, hasta las doce o doce y media de la noche. A veces me paso todo el día esperando esa hora.

Por su parte, El Diario de Burgos , decide dar la noticia de la nueva ganadora del premio Nadal publicando una fotografía de Martín Gaite, con el delantal puesto, pelando patatas en su cocina.

Carmen Martín Gaite pelando patatas con ocasión de ganar el premio Nadal

El mensaje de estos periódicos a los españoles es claro: Martín Gaite será escritora pero es muy ama de casa y muy madre.

No sabemos si el mandil que luce Martín Gaite en la fotografía llegó a usarlo Ferlosio alguna vez, pero desde luego no fue ante el objetivo de ninguna cámara. Dos años antes, cuando era Ferlosio el ganador del Nadal, aunque se hacen algunas fotos también en la casa familiar, no salen ni el delantal, ni la cocina ni desde luego Ferlosio mondando patatas. Y en las entrevistas que he localizado no hay tampoco la menor alusión a las obligaciones de Ferlosio respecto al cuidado del hogar.

Toda esta prensa daba por supuesto que Ferlosio no perdía tiempo de escribir por atender a la casa. Si alguien tenía que perder tiempo de escritura por cuidar, esa era sin duda Gaite no Ferlosio.

Carmen Martín Gaite con su hija con ocasión de ser galardonada con el premio Nadal

Es ilustrativo un párrafo del ejemplar de 7 de enero de 1958 del periódico Pueblo que narra, como lo más natural del mundo, una interrupción de Ferlosio en mitad de la entrevista, llamando la atención a Gaite para que vaya a atender a la hija de ambos.

—No hago diferenciaciones entre los sexos de los escritores. Por otra parte, leo muy poco y apenas si puedo hablar de las mujeres escritoras. Me parece el escribir un trabajo mucho más normal para una mujer que trabajar en unos talleres mecánicos. Por otra parte, yo he estudiado Letras Románicas, concretamente, y desde mi poema. “La barca nevada”, publicada en una revista universitaria salmantina, sentía la vocación de escribir. ¡Era una estudiante muy “empollona”. Sin embargo en estos momentos se me ha olvidado todo.

Rafael está extrañado del silencio de la hija. “La niña no suena, Carmen… Y siempre suele llorar a estas horas.

La desigualdad en el reparto del cuidado de la casa y el cuidado de familiares dependientes —que sigue siendo una reclamación central del movimiento feminista, porque aunque hemos avanzado algo las mujeres seguimos cargando con la mayor parte de los cuidados— siempre ha ido en contra de las mujeres. Y, como vemos, Martín Gaite tampoco fue una excepción.

Carmen Martín Gaite contra el franquismo

Todo esto le sucedía a la escritora en los años cincuenta, durante la dictadura. En relación con el franquismo, voy a citar un pasaje de Entre Visillos, que creo es muy relevante para lo que estamos hablando, y que no parece tan inocente como a primera vista pudiera pensarse.

En el capítulo ocho, con motivo de una entrevista de trabajo que tiene el profesor de Alemán con el director del Instituto de enseñanza media, la escritora hace la siguiente descripción de la vida en el instituto

los alumnos estaban separados por sexos y tenían distintos horarios y profesorado. Las clases de las chicas eran por la tarde.

La entrevista además tiene lugar en un espacio que la escritora describe así:

una sala de visitas con sofás colorados y un retrato de Franco en la pared.

Es la única vez que se cita a Franco en la novela. Pero es muy sintomático que aparezca el dictador presidiendo esa vida asfixiante, donde ya desde la infancia se empieza a dar un trato diferente a los chicos y a las chicas. Es la primera denuncia de Martín Gaite sobre lo que el Franquismo le estaba haciendo a las mujeres. Una denuncia tímida, hay que tener en cuenta que la novela se escribió durante la dictadura.

Volviendo a la entrevista del 7 de enero del periódico Pueblo. En ella Carmen Martín Gaite confiesa a los periodistas las razones por las que utilizó un seudónimo, Sofía Veloso, para presentarse al premio Nadal:

¡Y vaya trago que he pasado sola! Si le digo a Rafael que me presento, tal vez no me lo hubiese consentido. Por otra parte, mi auténtico nombre, ¿me habría beneficiado o perjudicado ante el Jurado? Entonces decidí resucitar el nombre de Sofía Veloso, el nombre de una abuela mía que ha fallecido hace unos años. Le dije a mi hermana mayor que me presentaba. Sólo a ella.

Ana María hermana de Carmen Martín Gaite comunicando a la escritora que ha ganado el premio Nadal

Martín Gaite, esta mujer inteligente con ansias de libertad desde los comienzos de su juventud, había asumido que su marido estaba en posesión de una autoridad sobre ella en virtud de la cual podía consentirle o no sueños, entre ellos presentarse a un premio literario. Por supuesto nuestra indómita Gaite no iba a dejarse limitar por una hipotética —pero no imposible— prohibición, así que decide actuar en secreto y burlar a escondidas esa autoridad que culturalmente se otorgaba a los maridos.

Nuestro corazón del siglo XXI se encoge al tener que asumir que hasta esta mujer, inteligente y libre como pocas, optó por la política de los hechos consumados y, por si acaso, ejerció su libertad en secreto. Hasta ese punto había triunfado la cultura patriarcal en las españolas…

El premio Nadal supuso para el matrimonio de escritores una ayuda económica que entraba en casa de manos de la mujer y no del hombre. En un divertido párrafo de la entrevista del periódico Pueblo, ¿se percibe cierta incomodidad de Ferlosio al respecto? Nos hace sonreír al final la chispa rebelde de nuestra Gaite :

Después se habla de la emoción de los premios. “El mío me emocionó más que el de mi mujer”, aclara Ferlosio. Más tarde se habla del dinero de los premios.
—En estos momentos —vuelve a intervenir el marido— no nos hacía tanta falta ese dinero.
—¡Sí te crees que nos ha venido mal estás en la higuera! Por lo pronto podré arreglar la olla a presión, que se me ha estropeado.
(…)
La dejamos aún emocionada. “Esta noche no duermo.” Abajo el sereno. Y su sentencia: “¡Otro año pasado les había tocado también un premio! ¡Setenta y cinco mil pesetas! Pues mire usted: me alegro, porque este matrimonio vale y son muy jóvenes… (…) ¡Bien se merecen que les haya “tocado” otra vez! ¡Bien, sí señor…!”

Tendrían que pasar treinta años para que Martín Gaite se rebelara explícitamente contra toda esta sumisión femenina. La tímida condena al franquismo que esboza en Entre Visillos se hará explícita en Usos amorosos de la postguerra española.

En este libro, Martín Gaite se despacha muy a gusto contra las instituciones franquistas y las enseñanzas de la Sección femenina, que aleccionaron a las mujeres sobre su “verdadera” misión vital: pescar marido, hacerle la vida agradable para que no se marchara con otra, parir buenos hijos de la patria y cuidar de todo el mundo. Una educación especializada en minimizar a las mujeres, convertirlas en sacrificadas siervas, responsabilizarlas de la felicidad ajena, y encerrarlas en el hogar lejos de la esfera pública.

La chica rara

Este empeño de la dictadura franquista por casar españolas y convertirlas en prósperas madres terminó por provocar suspicacias en la escritora y en otras mujeres de su época. Para todas ellas, y para sí misma, acuñó Carmen Martín Gaite el término “la chica rara”. Mujeres con un mundo propio, que desconfían de los caminos establecidos y que se enfrentan a las limitaciones que por su sexo les impone la sociedad. Sociedad que siguió siendo muy machista también después de la dictadura y por esto, también después de la dictadura, las mujeres de las novelas de Martín Gaite siguieron luchando por su libertad, afirmando su espacio, sus deseos y su discurso.

Las chicas raras que pueblan las novelas de Martín Gaite son mujeres con metas personales que se salen de la maternidad y el matrimonio, que miran con suspicacia el amor romántico — o vuelven desengañadas de él—, ya no lo entienden como meta ni como panacea de todos los males. Son chicas que ante todo quieren ser libres y no estar sometidas a la autoridad ni los permisos ni los impulsos de nadie. No escapan de la soledad sino que aprenden a habitarla, a hacerse mejores y más fuertes dentro de ella. Todas estas chicas raras quieren ser escuchadas, tienen mucho que decir y que opinar. Tienen un gran deseo de comunicación y de formar parte del mundo.

Constituyen un modelo de mujeres fuertes que luchan por no dejarse someter ni en sus horizontes vitales ni en sus relaciones, que quieren mantener en un plano de igualdad. Todas ellas, las chicas raras de Martín Gaite son mujeres feministas. Los libros de Carmen Martín Gaite están llenos de mujeres —y también de hombres— feministas, porque desarrollan y viven los valores del feminismo.

Por todo ello, por la evolución vital de Carmen Martín Gaite, por la defensa que hizo, tanto en su vida como en su obra, de los valores y objetivos del feminismo, podemos afirmar que sin lugar a dudas Carmen Martín Gaite fue una feminista de corazón y de obra.

Caramen Martín Gaite con la libreta donde escribió Entre visillos

Carmen Martín Gaite siempre tiene razón 💖

Sé que si Martín Gaite leyera este artículo, al llegar a los párrafos que anteceden a éste me diría, tal vez algo fastidiada: Oye, Laura, tú a mí no me etiquetes de feminista. Por eso quiero terminar dándole de algún modo la razón.

Porque hay que entender también a Carmen Martín Gaite. La palabra feminista arrastra todavía hoy muchas connotaciones negativas. Una de las maneras que tiene el patriarcado de obstaculizar el feminismo es difundir mentiras acerca de su significación, y de las metas que persigue la revolución feminista. Por eso, por esta incansable campaña de desinformación, hay mucha gente que, todavía hoy, cree que el feminismo busca dar la vuelta a la tortilla y que sea la mujer la que domine al hombre. Otros creen que el feminismo es odio a los hombres y que va contra ellos. Pero no es cierto. La verdad es que el feminismo ni va contra los hombres ni quiere someterlos. El feminismo sólo busca la igualdad. Las mujeres feministas queremos ser iguales en libertades, derechos, obligaciones y responsabilidades que nuestros compañeros. Ni más ni menos.

Las connotaciones negativas — y falsísimas— que arrastra la palabra Feminista es lo que lleva a muchas feministas de corazón a sustraerse de la etiqueta. Tal vez fuera este el miedo de Gaite. Un miedo que compartimos hasta cierto punto todas las mujeres que nos gusta escribir. Porque lo terrible de las etiquetas que arrastran consigo connotaciones negativas es que, al aplicarlas, tienen el efecto de alejar de estos textos maravillosos de Martín Gaite a gente desinformada acerca de lo que es la lucha feminista.

Aplicar etiquetas supone además otro problema: es complicado que con una etiqueta pueda quedar definida una persona o sus obras literarias. Y aunque es indiscutible que Gaite tanto en su vida como en su obra fue una feminista por los cuatro costados, lo cierto es que la etiqueta Feminista se queda corta para definir a Martín Gaite.

Carmen Martín Gaite escribió un artículo titulado Los malos espejos. Allí habla precisamente del error de etiquetar todo, de meter a las personas, a los libros en compartimentos, como si así los pudiéramos definir y explicar:

Ya nadie se aventura a solas a nada, cada día da más miedo. (…) Ni a conocer a una persona, ni a leer un libro, ni a hacer un viaje. Para todo se acude a las guías, a los informes, a los resúmenes. (…) Tanto los lugares, como las personas, como los libros, aun a riesgo de perderse por ellos, hay que atreverse a leerlos uno mismo. Simplemente dejándolos ser.

Escribo estas líneas en vísperas del 8 de marzo. Un día importante para todas las mujeres. Un día de reivindicación pero también de rendir honores a aquellas grandes mujeres que nos precedieron y nos abrieron camino a todas nosotras. Una de estas grandes mujeres fue sin duda ninguna Carmen Martín Gaite.

Por eso me gustaría que este artículo sirviera de pequeño homenaje a esta gran mujer, que a través de sus obras nos habla de feminismo y de mucho más. Nos habla a cada uno de nosotros de nuestras vidas, de la tensión que siempre sufrimos entre lo que somos, lo que queremos ser, lo que se espera de nosotros. Nos habla de vivir y de morir, de amar y de mentir, del miedo a la soledad, de las pérdidas, de la enorme necesidad que tenemos todos de comunicarnos, de la esperanza de que de lo oscuro se sale. Desde ese soplo de ánimo que Martín Gaite sabe alentar en los que la leemos, nos acoge y nos da fuerzas para echarle valor a la vida y luchar para intentar ser cada vez más libres. Por eso, porque la obra de Carmen Martín Gaite tiene un mensaje tan importante, hay que acercarse a leer —o releer— sus libros sin etiquetas, como quería la escritora, simplemente dejándolos ser

Documentación utilizada

Web prensa histórica, Ministerio de cultura:

  • El Español : semanario de la política y del espíritu: Número 312 _ 21/11/1954
  • El Español : semanario de la política y del espíritu: Año II Número 478 _ 12/01/1958
  • El Español : semanario de la política y del espíritu: Año II Número 526 _ 28/12/1958
  • Diario de Burgos : de avisos y noticias: Año LXVIII Número 20452 – 1958 enero 9
  • Pueblo: Diario del Trabajo Nacional: Año XIX Número 5707 _ 07/01/1958

Los ejemplares citados del periódico ABC pueden consultarse en la web de Editora con carrito (La hemeroteca del periódico ABC dificulta cualquier labor de investigación exigiendo suscripción para consultar artículos de los años 40 y 50. Un aplauso irónico para ellos desde aquí…):

  • ABC, 11/01/1958
  • Blanco y Negro (ABC) 18 de enero de 1958

La entrevista citada de Ana  María Martín Gaite me la facilitó Paloma de la Vega. A la que desde aquí vuelvo a agradecer su colaboración:

  • Revista 2227. Asociación cultural La Maliciosa. 2012. Entrevista a Ana María Martín Gaite, realizada por Paloma de la Vega.

Todas las fotografías del artículo pertenecen a la web de prensa histórica del Ministerio de cultura.


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