Siempre he querido tener un diario. Se lo he pedido muchas veces a mis padres; muy seria y con las manos a la cintura. Me parece que en esta postura abulto más y me hacen más caso. Pero se ríen desde arriba (es que son muy altos), y me dicen que para qué lo quiero si no sé escribir.
Y es verdad que no sé escribir. Las bes me salen hechas unos churros y las eses del revés, pero y qué. Como si todos los que escriben supieran escribir.
En mi carpeta de pegatinas tengo hojas de una libreta rota, y están llenas de letras que me invento yo. Y leo en ellas lo que quiero y como yo quiero, y a mí me parece bonito.
Mi hermana, que también es muy alta, no tanto como mis padres pero casi, me prometió que me regalaría un diario. Pero fue antes de que empezara a tener novio.
Desde que tiene novio casi nunca está en casa, y cuando está no se la puede molestar porque siempre anda enfadada o llorando. No tengo muchas esperanzas de que un día vuelva a verme a mi habitación para darme el diario.
Como está claro que tengo que arreglármelas yo sola, he cogido mi ordenador de Bob Esponja, me he puesto a teclear letras, que es más fácil que dibujarlas a lápiz, y he empezado esto que yo creo que va a ser mi diario.
SOY MALA
Soy tan mala que los Reyes no me han dejado ni un poco de carbón dulce, y lo que me han traído parece que se lo hubiera pedido Lorena, mi profesora de infantil: un puzzle de letras, un juego rollo del cuerpo humano, y lo único que está un poco mejor es una bola del mundo que habla: Yo le cuento mis cosas y ella me responde que en Alaska hay seiscientos veintiséis mil novecientos dos habitantes. Siempre me dice lo mismo, así que creo que me han traído una bola del mundo tonta.
Cuando papá me ha visto seria me ha reñido. Dice que hay niños que no tienen juguetes y que soy una egoísta mimada. Así que soy mala y egoísta y mimada.
A lo mejor por eso nunca me ha tocado a mí la sorpresa del roscón. Este año le ha tocado a Papá. Un duende algo feo pero con un gorro muy bonito. Y no me lo ha querido dar. Dice que va a ser su amuleto de la suerte, porque este año nuevo va a necesitar mucha suerte.
A mí me parece que la que más necesita la suerte del duende es abuela. Siempre está triste, sentada en el sillón de la salita, mirando una mancha pequeñita con forma de ratón que hay en la pared. Abuela ya no quiere casi nunca venir al parque a jugar conmigo. Y cuando de pronto le apetece y yo le digo que vale, no nos dejan salir solas a la calle.
Fotografía: Ksenia Chernaya, pexels
Si quieres saber más de la niña chica:
Los Reyes Magos
Ola de frío polar
Últimos cuentos
Si quieres leer más historias, aquí hay más cuentos:
Una tarde que me caí, Raimon me salvó la vida
Las previsiones meteorológicas avisaban tormenta. Por eso el estallido del primer trueno a nadie sorprendió. Lo que ocurrió a continuación sin embargo no estaba en los pronósticos.
Madrugada tranquila en un barrio peligroso
En la penumbra del dormitorio viven los fantasmas. Lo sé porque si despierto entre la noche los oigo desplazarse y respirar.
Más allá de la Vía Láctea
El próximo fin de semana me voy para siempre. Miro a Nana sin comprender. Coge el bolsito que lleva bajo el brazo y lo abre.
Claros del bosque
Cayó la noche hace tanto tiempo, que pienso con demasiada frecuencia en los últimos rayos de sol que me templaron la vida. Era jueves. Caminaba por la Avenida de Poniente.
El año del transbordador
Vinieron a por mí en febrero. Dos funcionarios. Una mujer y un hombre con caras de frío y expresión amable. El timbre habia resonado con intensidad y tono extraños.
El día que se rompió el planeta
El día que el planeta se partió en dos yo estaba en el pasillo de lácteos del supermercado. El suelo tembló. De la estantería frigorífica brotó una cascada de yogures.
Boom
Yo estaba en la cocina. De espaldas a todo. Blandía la batidora contra un puñado de verduras, decidida a hacerlas puré. Cinco minutos antes había sonado el móvil.
Noche de fantasmas
Se apaga un relámpago y la casa entera vuelve a hundirse en la oscuridad.
Robo en la biblioteca
El 2 de septiembre de 1984, alrededor de las 23:35, los vecinos de la calle Libreros escucharon un estruendo tan grande como una bomba.
Estrellarse
Caer no es un accidente. Es un acontecimiento inevitable que antes o después ocurre a todos. Nos lo repiten siempre los monitores de caída libre.
Diario de la niña chica: los reyes magos
Esta tarde he visto a los Reyes Magos. Pero ellos ni me han mirado. Y eso que he gritado para que me lanzaran un caramelo o una serpentina azul.
En el aire
Ha caído la noche sobre este día terrible. Entran por la ventana el rumor de los árboles, un incansable canto de grillo y el chapotear de la fuente en la plaza.
Valentina está decidida a matarse
El reloj de la catedral da las ocho de la tarde. Valentina cierra los ojos como si pudiera amortiguar de ese modo el estruendo de las campanas.
Diario de la niña chica: ola de frío polar
Dice Mamá que hay una ola de frío polar. Pero en el cole, hemos salido al patio a jugar igual que cuando no hay olas de frío polar,
Diario de la niña chica: no pienso tener novio jamás
Carlos Ruiz es un niño de mi clase que me ha dicho que soy su novia. Así, de repente, y sin consultar.
Diario de la niña chica: soy mala
Siempre he querido tener un diario. Se lo he pedido muchas veces a mis padres; muy seria y con las manos a la cintura.
Órbita marciana
El 19 de noviembre, la sonda espacial MRO orbita Marte en un cielo color caramelo.
Isla Veintidós
Por las noches, cuando llega el silencio y ululan las lechuzas, si tengo la fortuna de hallarme en casa, cierro bien puertas y ventanas.
La menguante luz de un cuarto de luna
La nevera sin cena me obliga a salir esta noche. Y no quiero. Esta noche no. Maldita nevera. Maldita cocina. Maldito mi caos doméstico tan salvaje.
Función de Navidad con niebla
Siempre hay una primera Navidad sin Navidad, un primer árbol sin luces, un altavoz que dispara a bocajarro el primer villancico que hiere
Así es. Y persiguen y atormentan. Al final todos tenemos que intentan ser un poco cazafantasmas, y si podemos echarle…
Cada cual tiene sus propios fantasmas.
Qué ilusión que me dejes un comentario por aquí!!! muchísimas gracias 💓 Sí, los fantasmas son así de traidores, parece…
Oh, no eran alucinaciones... Y el rincón no estaba tan vacío 🥴
De acuerdo contigo en todo, Carlos. Para mí también mi campo de expresión preferido es la literatura, y la verdad…
Muy interesante el artículo. Me quedo sobre todo con la reflexión sobre que un artista raramente puede llegar a saber…
Hola Fabián. Lo primero muchas gracias por tu comentario. El domicilio de soltera de Carmen Mirat parece que estaba en…
Me gustaría saber dónde vivió la pareja en Salamanca y porqué no hay ni una calle , ni una placa,…