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Esta mañana en clase, al empezar la asamblea, Lorena nos ha explicado qué es la rabia. Empecé entendiéndolo todo muy bien. Tan bien que cuando Noe, la profesora de prácticas, nos pidió ejemplos de cosas que dan rabia, levanté muy rápido la mano:

¡Cuando no meto gol!

Lorena me dijo: ¡Buen ejemplo! Y Noe me sonrió.

Carlos Ruiz, que es malo casi todo el rato pero juega muy bien a la pelota, me chilló: ¡Pero si tú nunca metes gol!

¡Pues por eso me da rabia! Se lo dije con un tono de tanta burla que Noe dejó de sonreírme, ¡qué rabia!

Así que lo siguiente que hice fue esforzarme en estar muy atenta, para contestar bien la siguiente pregunta de Noe: ¿Qué es la tristeza?

Yo me acordé de una niña despeinada que vi ayer por la tele, con una camiseta manchada que tenía el dibujo de un sol. Mamá me explicó que la niña lloraba porque vive en un país en guerra.

Guerra es cuando un señor que manda mucho en un país se enfada con un señor que manda mucho en otro país. En vez de bajar al patio a pegarse entre ellos o en vez de ir a buscar a una maestra, como Lorena, que les enseñe a ceder hoy uno, mañana otro, y a perdonarse y a volver a ser amigos, mandan cada uno a cincuenta mil personas, para que se peguen, se den tiros unos a otros y para que suban con aviones a las nubes y dejen caer bombas desde allí.

Bombas son cosas que explotan, como los globos pero peor, porque rompen ciudades y también la casa de la niña que se secaba las lágrimas y los mocos con la camiseta del dibujo de un sol.

Me puso muy triste verla caminar con sus padres en una fila de muchas personas que andaban por una carretera tan larga, tan larga que no se veía el final.

Dice Lorena que esas personas caminan ahora por el mundo buscando un país para vivir, donde los señores que manden mucho hayan aprendido a hacer las paces y a perdonar y a cuidar muy bien de los que están por debajo de ellos. Como nosotros, que ya sabemos cuidar muy bien de los que están por debajo de nosotros, en el piso de abajo, los de primero de infantil. Debemos tener cuidado cuando salimos todos a jugar al patio para no caerlos, porque todavía son un poco bebés.

La niña de la camiseta del sol llevaba una bolsa de flores colgada a la espalda. ¿Qué hay que meter en una bolsa de flores cuando te vas con tus padres por una carretera, porque en tu país manda mucho un señor que sabe menos que nosotros, los de tercero de infantil?

Nadie me contestó. Ni Lorena, ni Noe, ni tampoco los niños de la clase.

¿Y por qué vamos a dejar que un señor nos mande si no nos cuida? ¡Todos juntos somos más que él! ¿Por qué vamos a tener que irnos de casa por una carretera con una bolsa de flores, porque lo quiera un señor?

Solo me contestó Carlos Ruiz:

¡Pues a mi ese señor no me manda, las bolsas de flores no me gustan nada!

Yo miré a Lorena. Luego a Noe. Pero ninguna de las dos dijo nada. Nos quedamos todos en silencio.

Yo me sentí peor que cuando no meto gol.

Luego tocó el timbre.

*Fotografía: Allan Mas, Pexels. Diseño de la autora.


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