En la plaza del alto del Rollo se encuentra el Rollo salmantino.
La primera curiosidad sobre los rollos es que no existen fuera de la península Ibérica. A excepción de algunas colonias españolas y portuguesas.
La segunda curiosidad es que no todas las ciudades tienen, ni tuvieron, rollo. Sólo aquéllas que gozaban de autonomía jurisdiccional tuvieron uno.
Los rollos se erigían para que cualquier forastero del Medievo que a lomos de un caballo, un mulo o por su propio pie llegara a la ciudad, nada más tropezarse con el rollo, comprendiera que estaba adentrándose en una villa con autonomía jurisdiccional.
El rollo era el símbolo de esa jurisdicción. La ciudad que tenía rollo resolvía sus asuntos con autonomía respecto de otras villas cercanas.
Como la autonomía jurisdiccional implica capacidad de ejecutar las propias sanciones impuestas, en estas ciudades además de rollos solían levantarse también picotas. A los pies de las picotas sufrían los malhechores los castigos: exposición pública de cabezas cortadas y demás escarmientos medievales.
Las picotas solían hacerse de madera, mientras que los rollos eran de granito, arenisca, mármol. Quizá por ser las picotas de madera y deteriorarse enseguida, los castigos pasaron a ejecutarse junto a los rollos, y con el tiempo el rollo y la picota terminaron confundiéndose.
Según José Luís García de Paz una buena fórmula para salir de dudas y saber si estamos ante un rollo o una picota es observarlo. Si tiene escudos reales o señoriales labrados estaríamos efectivamente ante un rollo cuya intención original era simbolizar la justicia, la autonomía jurisdiccional de la villa. Si su aspecto es más amenazante y nos muestra garfios, argollas, cadenas, podemos suponer que estamos ante una temible picota.
A la vista de los signos heráldicos que luce el rollo salmantino, creemos poder deducir que se trata de un rollo que se erigió para simbolizar la justicia.
El problema es que aquella justicia que simbolizaban los rollos se aplicaba sobre el pueblo pero no sobre nobles y clero, de modo que rápidamente los rollos se convirtieron en símbolo de la opresión del pueblo. De ahí que, llegado el siglo XIX, en plena República, el gobierno empezara a emitir órdenes para derribar rollos y picotas.
La ejecución de la orden de derribo se llevó también a efecto en Salamanca. Según Villar y Macías en 1834 y según Bernardo Dorado en 1836. Fuera en el año que fuera, lo cierto es que se derribó un rollo que no es el que se encuentra en la actualidad entero y sin rasguño en el Alto del Rollo. El rollo que se derribó era otro que se levantó originariamente en la plaza de la Verdura o plaza de san Martín (una parte de aquella inmensa plaza la ocupa ahora la Plaza Mayor.)
A finales del siglo XVIII, antes de que el gobierno dictara orden de derribar rollos y picotas, este rollo de la plaza de la Verdura fue retirado de su emplazamiento original para facilitar la construcción de la Plaza Mayor. De allí fue a parar a un segundo emplazamiento.
Este segundo emplazamiento del rollo desaparecido es un punto en el que los historiadores no se ponen de acuerdo.
Villar y Macías afirma que fue a parar “a lo alto del camino a que aún da su nombre”. Por tanto en opinión de este historiador el rollo actual se erige en el mismo lugar donde estuvo aquel rollo derribado.
Pero otros, como Alejandro Barcenilla, afirman que tras quitarlo de la plaza se llevó “al fondo de la Alamedilla”. Y desde este segundo emplazamiento, un buen día de 1793, se comenzó a hacer un camino “que partía desde el rollo hasta el alto del camino de Madrid”. A este camino se le llamó paseo del Rollo y a la parte superior se la llamó Alto del paseo del Rollo. La conclusión de este autor es, por tanto, que en el Alto del Rollo históricamente nunca existió un rollo.
Pero estuviera en el Alto del rollo o en la trasera de la Alamedilla, lo cierto es que aquel rollo fue derribado en su segundo emplazamiento y desapareció. Pero se conserva una descripción del mismo que recoge para la posteridad Bernardo Dorado:
[era] un rollo de piedra, de diez varas de elevación, con unos garfios de hierro en donde se esponían [SIC] al público los restos mutilados de los reos que eran ejecutados por delitos atroces.
Según la descripción parece que lo que derribaron en el siglo XIX más que el Rollo era la Picota, y que el Rollo de la ciudad sería el que se levanta hoy en la plaza del Alto del Rollo.
En esta plaza hacen actualmente compañía al Rollo la escultura de una ninfa y la del comunero Maldonado. Componen todos juntos un trío lo suficientemente raro como para imaginar que no siempre han estado allí. El rollo jurisdiccional originalmente estaba en el convento de las Bernardas del Jesús.
Este convento se levantaba en el paseo de Canalejas. Fue derribado a finales de los años cincuenta para construir el actual colegio de san José de Calasanz, en cuyo interior se conserva la iglesia y el claustro del desaparecido convento.
Los Escolapios adquirieron el monasterio de las Bernardas a finales de los años cincuenta. El Rollo se lo cambiaron al Ayuntamiento por un terreno. Y a partir de ese momento el Rollo jurisdiccional dejó su emplazamiento original y empezó a viajar por distintos espacios urbanos: se instaló en la puerta del parque de los Jesuitas, después pasó un período a la sombra en el depósito de materiales del Ayuntamiento, lugar del que fue rescatado para colocarlo en la plaza de santa Teresa.
En la fotografía anterior se observa el Rollo en la plaza de Santa Teresa, cuando la placita todavía tenía el sabor antiguo que le conferían el conjunto de casas modestas que la rodeaban. Casas que la Caja ahorros (caja Duero) derribó en 1975 para construir su edificio. Entre las casas que derribó Caja Duero, también se encontraba la de la escritora Carmen Martín Gaite, situada un poco más arriba de la placita de la foto, junto a la plazuela de los Bandos.
Tras este peregrinaje, el rollo jurisdiccional fue ubicado finalmente en la plaza del Alto del Rollo donde se puede ver hoy.
Según José Luís García de Paz, los rollos y picotas solían levantarse o bien en el centro de la plaza principal de la villa o bien junto a alguna puerta de la muralla defensiva que rodeaba a las ciudades en la Edad Media.
Según los datos aportados por los estudiosos de la historia salmantina, se podría concluir que en Salamanca, la picota con sus garfios de hierro y su aspecto terrible se erigió en el centro de la plaza principal, la plaza de la Verdura; y que el rollo jurisdiccional se levantó en la zona del Monasterio de las Bernardas, cerca de una de las puertas de la muralla salmantina, la de Toro, para avisar a todo visitante que se internara en la ciudad por aquella puerta que Salamanca gozaba de aquella peculiar autonomía jurisdiccional del Medievo.
Bibliografía
- Historia de la ciudad de Salamanca. Bernardo Dorado
- Historia de Salamanca. Villar y Macías+
- Patrimonio desaparecido de Guadalajara: una guía para conocerlo y evocarlo. José Luís García de Paz.
- Colegio Calasanz Salamanca
- Colegio San Estanislao. Setenta y cinco años:1926-2001. Alejandro Barcenilla
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