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Ha caído la noche sobre este día terrible. Entran por la ventana el rumor de los árboles, un incansable canto de grillo y el chapotear de la fuente en la plaza.

Para dejar de estar sola enciendo la radio.

Descubro que soy una de ellos; de esa gente que en lo oscuro de un insomnio telefonea a programas para radiodifundir sus zozobras.

Acabo de contarlo todo. En directo y sin titubear. Todo.

Tristán y Elsa, dos desconocidos que hoy tampoco duermen bien, entran en antena para animarme.

Son las cuatro de la madrugada, las tres en canarias. Los pitidos de la señal horaria resuenan acogedores.

Bostezo.

Sí. Bostezo.

Por fin bostezo.

Al fin este día terrible va a rendirse a los sueños.

*Fotografía: Sam Pineda. Pexels

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