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Ya está la Mariseca sobre la fachada del ayuntamiento.

La colocación de la Mariseca reúne siempre a un buen grupo de curiosos.

La grúa se eleva, los bomberos colocan y aseguran la Mariseca, y descienden en medio de los aplausos.

Suena la música, lanzan cohetes desde el balcón del ayuntamiento, y fin del espectáculo.

La gente se dispersa y el toro de hojalata se queda allí arriba anunciando las próximas ferias.

La historia de nuestra Mariseca se remonta al siglo XV. No sabemos cómo celebrarían la colocación de la Mariseca en aquellos tiempos, pero si sabemos que a principios del siglo XX la colocación del toro hojalata fue mucho más que una curiosidad. Era un espectáculo esperado y disfrutado por salmantinos y visitantes.

En 1909, El Adelanto aporta a la Intrahistoria de la ciudad el relato de cómo fue este espectáculo:

Todos los 25 de julio, visitantes de los pueblos cercanos llenaban Salamanca con la determinación de ver la colocación de la Mariseca. Espectáculo del que afirma el redactor de El Adelanto que “en verdad que merece verse, pues pocas veces el paseo de la plaza presenta tan pintoresco aspecto

Lucen nuestras mujeres sus mejores y lujosas galas, puéblase la plaza de gentes de la ciudad y del campo, toca la música en el templete, y, durante un par de horas, bajo un sol espléndido y de fuego y bajo un cielo azul hermoso, se respira ese ambiente de alegría y de regocijo, que sólo pueden dar el anuncio de unas corridas de toros magníficas.

La Mariseca ya no es tanto el anuncio de los toros, cada vez de capa más caída, como el anuncio de las ferias.

De aquella espectacular colocación de la Mariseca que antaño duraba dos horas, conservamos el toro de hojalata, la música y los cohetes.

Tal vez el anuncio de las ferias ya no nos ilusione, Ya no nos agita por dentro la emoción de subir en el pulpo, los coches chocones, la casa del terror, ni de ir al teatro o a los toros, pero cada año el toro de hojalata sigue fiel a su cita con la espadaña del ayuntamiento, señalándonos la importancia de colocar una ilusión en el horizonte para verla ondear al viento…. Ésa es, quizá, la lección que nos legaron nuestros antepasados. No parece una mala costumbre. Hacemos muy bien en conservarla.

Si quieres saber más de la Mariseca, no te pierdas La historia de la Mariseca


Bibliografía

  • El Adelanto: 24 de julio de 1909

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