Matilde Cherner, caso abierto
En 1880 se publica en Madrid la novela María Magdalena (Estudio social). Firmada por Rafael Luna, seudónimo de la escritora salmantina Matilde Cherner.
A los pocos meses de esta publicación, Matilde Cherner muere repentinamente en su domicilio. Tenía 47 años. Su muerte sorprende tanto a sus contemporáneos que se disparan los rumores de suicidio. Se lanzan las primeras hipótesis: Matilde Cherner ha acabado con su vida incapaz de asimilar el desdén y la incomprensión hacia su novela más querida, María Magdalena.
Diecisiete años después de su muerte, la revista El Álbum Iberoamericano, en una breve semblanza sobre la escritora y tras enumerar algunas de sus obras, no duda en dar a su artículo este final contundente:
[…] títulos, más que suficientes, para que se cuente á esta suicida en el número de las que han enriquecido nuestra literatura.
Aunque Villar y Macías en Historia de Salamanca ya clamaba a los cuatro vientos que Cherner había muerto víctima de “un ataque cerebral”, la fama de suicida y los brillos románticos que aureolan a los suicidas del siglo XIX, perduran alrededor de Matilde Cherner,, hasta que en 1998 Mª de los Ángeles Rodríguez Sánchez localiza el certificado de defunción de la escritora, donde puede leerse que murió de un aneurisma de aorta ventral.
Caso cerrado. Matilde Cherner no se suicidó.
¿Qué tenía la última novela de Cherner para alimentar así la leyenda de un suicidio, para que a pesar del aprecio de unos pocos se ganara el desdén de muchos? Pues que la protagonista de la novela es una prostituta: Magdalena, una joven, casi una niña, que arrastra su vida triste por la oscura ciudad de Salamanca. Una Salamanca en sombras, presidida por un río Tormes alienta suicidios que acaba arrinconando a la protagonista en el barrio más sórdido y pobre de la ciudad, el de los Milagros; en una casa regentada por una vieja que los estudiantes apodan “Celestina” en recuerdo de aquella otra Celestina literaria.
La novela es una obra por momentos impresionante que atrapa la atención del lector. Es injustísimo que Matilde Cherner y sus obras hayan caído en un olvido casi completo. Matilde Cherner es la prueba de que ni la historia ni el tiempo imparten justicia poniendo a cada quien en su lugar.
La difícil relación de Matilde Cherner con Salamanca
De la biografía de Cherner no se sabe apenas nada. Hija de Antonia Hernández, natural de Aldeadávila (Salamanca) y de Juan José Cherner y Luna, nacido en San Fernando (Cádiz), procurador del Juzgado de Salamanca. La escritora nace en Salamanca el 13 de marzo de 1833, y es bautizada en la iglesia de san Cristóbal. Así lo recoge Villar y Macías en su Historia de Salamanca. Y así lo hacen constar también en la Revista del Círculo Agrícola Salmantino, a los pocos días de la muerte de la escritora, donde en una nota a pie de página el redactor informa:
Según últimas y autorizadas noticias, nació en la parroquia de San Cristóbal de esta ciudad.
Villar y Macías recoge el nombre completo de la escritora: Matilde Rafaela Cristina Cherner y Hernández.
Su infancia y adolescencia transcurren en Salamanca. Los veranos la familia los pasa en Aldeadávila, dato que ella misma confiesa en su artículo “Una boda en Tirados” (publicado en La Época en 1878)
La vocación literaria de Matilde Cherner despierta muy pronto.
El 25 de enero de 1856, la Revista Salmantina Periódico Literario da cuenta de la función semanal del Liceo Artístico. En esta función participa Matilde Cherner. Tiene diecinueve años:
La señorita Doña Matilde Cherner salió a leer una Oda a Salamanca, con la desconfianza y timidez propias de su sexo. Los unánimes aplausos que al oír sus versos estallaron debieron dejarla ampliamente remunerada. Gloria al bello sexo que así toma parte en el movimiento intelectual de la época.
No voy a decir nada del machismo decimonónico del redactor, empeñado en convertir la desconfianza y la timidez en patrimonio exclusivo del sexo femenino. Lo que interesa del artículo es que seguramente fue esa Oda a Salamanca el primer trabajo que Matilde Cherner dio a conocer al público. Una pena que el artículo en vez de dejar constancia de la comprensible timidez escénica de Cherner no publicara la Oda a Salamanca, ahora desaparecida para siempre en la niebla del pasado.
No sabemos nada de la formación que recibe Matilde Cherner ni de las lecturas que despiertan su vocación literaria.
En El Álbum Iberoamericano afirman que:
Poseía, con perfección, el latín, hablaba correctamente el francés, veía en los clásicos a sus maestros más predilectos
De la formación clásica de Matilde Cherner no se puede dudar porque son múltiples las alusiones que hace en sus obras a la historia griega, la mitología clásica…
Matilde Cherner debió de crecer en un entorno culto. Su participación en las funciones del Liceo Artístico hacen pensar en la implicación de su familia en la vida cultural de Salamanca. Además, en la breve semblanza que publicó la Revista del Círculo Agrícola Salmantino, se hace constar que su familia alienta desde el principio la vocación literaria de la escritora:
Su padre D. Juan José Chernér, […] Estaba encantado de las aptitudes de su hija, y de la vocación á la literatura desde sus tempranos años.
Esa vocación literaria la lleva a participar en otra función del Liceo Artístico a las pocas semanas de su primera intervención. Esta vez Cherner lee un poema titulado La Unión donde se muestra comprometida, clamando por la fraternidad y la libertad de los oprimidos. Un compromiso social y político que será constante en la vida y en la obra de Matilde Cherner.
En esta ocasión, La Revista Salmantina Periódico literario sí publica el poema, pero el contenido político del mismo motiva que se encabecen los versos con la siguiente advertencia:
[…] aun cuando consideraciones de bastante peso para nosotros nos aconsejaban que no viera la luz en nuestro periódico, […]no podemos resistir la tentación de darla publicidad
Esas “razones de peso” hacen sospechar la polvareda de críticas que los redactores esperaban que recibiría el poema. Y no se equivocaron porque veinte años después, en un poema titulado A los federales Salmantinos, Matilde Cherner hace memoria de su adolescencia charra y confiesa:
Del claro Tormes en la fresca orilla
Mi adolescencia plácida corrió.
Hoy, que otro cielo ante mis ojos brilla,
Tu recuerdo mi pecho no olvidó.
No, no te olvido, bella Salamanca,
Emporio del saber… ¡hoy ya perdido!
Tu dulce nombre de mi pecho arranca
Un amargo, tristísimo gemido.
[…]
Y yo, que de mi vida en los albores
La unión, la libertad he proclamado.
Yo vi alzarse fanáticos rencores
Contra mi pobre canto entusiasmado.
Los “fanáticos rencores” que contra Matilde Cherner brotan en Salamanca es probable que comenzaran al publicarse el poema La unión. Y ya sabemos todos los charros lo insoportablemente pequeña que ha sido siempre Salamanca, más aún en el siglo XIX, como para no tropezar a diario con los rencores que puedan despertarse, que si encima de fanáticos tienen regusto político entonces ya ni hablamos.
La relación de Matilde Cherner con Salamanca fue por tanto complicada. Complicación que se deja ver también en la breve semblanza sobre la escritora de la Revista del Círculo Agrícola Salmantino:
Aquí se ensayó en la novela, sin que lograra, por diferentes causas, ver publicada la primera que escribió.
El redactor no aclara las “diferentes causas” que hicieron que Matilde Cherner no consiguiera publicar en su ciudad natal su primera novela.
Cuando Cherner escribe esta primera novela es una veinteañera. No se sabe nada del título pero si bastante de su contenido, porque la escritora lo cuenta muchos años después, al hilo de una reseña de la novela Adriana de Wolsey de la escritora Ventura Hidalgo. En ese mismo artículo explica sin tapujos esas “diferentes causas” que vetaron en Salamanca la publicación de la novela.
Cherner califica su primera novela como “novela de costumbres” y escribe que reflejaba “con tanta verdad como se refleja en el claro Tormes la imponente silueta de la ciudad[…], la sociedad galante de Salamanca, las intrigas, los amores, las locuras de su juventud escolar, alegre, bulliciosa y pendenciera”. Y todo ello, dice la escritora, elaborado con “la imprevisora franqueza, la inocente osadía de los pocos años”.
Quien después de esta descripción no se muera de ganas de leer el debut de la Cherner en la narrativa no tiene media gota de sangre lectora y charra corriéndole por las venas. Lo malo es que por mucho que queramos leerlo es imposible. No se publicó entonces, y el manuscrito inédito debió de perderse.
¿Y contra quién podemos dirigir ahora nuestra enrabietada insatisfacción lectora? Contra la llamada Ley de imprenta Nocedal y sus prácticas censoras. La novela fue censurada sin contemplaciones. Sufrió una censura que la autora califica de “dura” y “sangrienta”. Vamos, que por si la ópera prima de Cherner no hubiera reunido ya suficientes atractivos para un lector curioso, encima fue censurada. ¡Cada vez enrabia más no poder leerla!
Imaginemos ahora aquella Salamanca de mediados del XIX: pequeña, chismosa, criticona y con su toquecito envidioso, e imaginemos dentro de ella a la jovencísima Cherner con sus poesías libertarias y su novela censurada bajo el brazo. No es difícil imaginar a continuación un río de miradas torcidas y de “fanáticos rencores” discurriendo contra ella por las calles de la ciudad.
Aún así, Matilde Cherner vive en Salamanca hasta la muerte de sus padres. Así lo afirman en la Revista del Círculo Agrícola Salmantino:
Muertos sus padres, y enajenado su pequeño patrimonio, se trasladó a Madrid.
Con lo que sacara de vender lo poco que poseían sus padres en Salamanca, y con el manuscrito de su primera novela inédita bajo el brazo, Matilde Cherner se marcha a Madrid dispuesta a hacer realidad su sueño de ser escritora.
Los madriles de Matilde Cherner: libertad, igualdad y soltería
No se sabe con exactitud en qué fecha se instala Cherner en Madrid. Los primeros artículos que aparecen de ella en la prensa madrileña son de 1870.
Calle de la Palma,21. Último domicilio de Matilde Cherner en Madrid.
(También vivió en Horno de la Mata,10)
Foto Street View
En la capital de España Matilde Cherner empezó a relacionarse con algunos escritores del momento, así lo afirman en El Álbum Iberoamericano:
conocidos literatos Manuel Fernández y González, José Marco, Nicolás Díaz Pérez, Luis Vidart y Enrique Rodríguez Solís, con quienes debatía largamente, y siempre con lucidez, cuestiones políticas y de crítica literaria.
Que Matilde Cherner se ocupara de cuestiones de crítica literaria, y publicara diversos trabajos en este campo, es un hecho que la distingue. Porque en el siglo XIX la crítica literaria, como tantas otras cosas, era patrimonio exclusivo de los varones.
El grueso de la obra de Matilde Cherner está dispersa entre las páginas de revistas y periódicos publicados entre 1870 y 1880. El primer artículo de la escritora que he encontrado es “La fiesta del Corpus” publicado en mayo de 1870 en la revista La Moda Elegante. Periódico de las familias. Una publicación femenina que entre vestidos, miriñaques y sombreros de última moda, ofrecía artículos diversos y novelas por entregas.
Matilde Cherner empieza enseguida a firmar la mayoría de sus trabajos con el seudónimo Rafael Luna. Tomado, como explica Villar y Macías, de su segundo nombre (Rafaela) y del segundo apellido de su padre (Luna).
Cherner colabora con diferentes publicaciones: La Ilustración Federal Republicana, La Ilustración Popular, La ilustración de la mujer, Revista semanal de literatura, Revista contemporánea, Revista de España, El Periódico para todos, La Época. Hoja literaria, El demócrata Semanario republicano… Y de vez en cuando envía colaboraciones desde Madrid a periódicos charros: El Eco del Tormes, El Federal Salmantino…
Sólo con leer el título de algunos de esos periódicos basta para darnos cuenta de la carga política e ideológica que contienen muchos de sus escritos. Cherner era una republicana demócrata federal convencida.
Como defensora de la libertad y la igualdad luchó también contra la discriminación de la mujer.
En La Ilustración de la mujer, Cherner publica Las mujeres pintadas por sí mismas. Cartas a Sofía. Aquí desarrolla sus reflexiones acerca de la educación de las mujeres. Reivindicando, por ejemplo, que no se luche sólo para lograr que se generalice la formación universitaria de la mujer, sino que las mujeres puedan sacarle partido a esa formación alcanzando el derecho y la libertad de trabajar; el espacio público no tenía por qué ser sólo de los hombres.
Cuentan en La Época. Hoja literaria que pocos días antes de su muerte, Matilde Cherner acudió a la redacción de la que era colaboradora y entregó su último artículo: “Profesión de fe”. En realidad no se trataba de un artículo inédito porque ya lo había publicado en 1878, en el periódico La Mañana, con otro título: “No caben dos cabezas en un sombrero”.
“Profesión de fe” o “No caben dos cabezas en un sombrero” es un relato breve en el que dos escritoras charlan y llegan a la conclusión de que la superioridad de los hombres sobre las mujeres, dogma incrustado hasta los tuétanos de los hombres decimonónicos, hacía imposible que una escritora pudiera realizarse como tal si estaba casada. Según este breve relato, cualquier mujer del siglo XIX que pretendiera destacar, tener éxito, salir del ámbito doméstico, no tenía más remedio que renunciar a casarse, porque un matrimonio armonioso, sin trifulcas continuas, necesitaba del sometimiento de la mujer, necesitaba que la mujer se apagara, que no destacase para hacer realidad la superioridad del marido:
—Sí fuéramos á creer en las atribuciones que concedes á los maridos, su despotismo superaría en mucho al de los doce tiranos.
—No soy yo, es el mundo el que les concede esas atribuciones que no pretendo exagerar, y á las que he procurado sustraerme permaneciendo soltera.
Precisamente al hilo de la publicación de este artículo que deja Cherner antes de morir en la redacción de La Época, el periódico dedica un cariñoso recuerdo a la escritora. Son unos párrafos que llaman mucho la atención porque desvelan, para satisfacción de lectores curiosos con ramalazo cotilla como yo, un capítulo de la vida privada de la escritora:
Unos dos años hace que la escritora empezó á honrarnos con sus frecuentes visitas. Al principio pudimos creer que el móvil era su afición al periodismo; pero pronto nos convencimos de que otra pasión mas avasalladora reinaba en su pecho y que el dulce objeto de su cariño era uno de nuestro mas queridos compañeros. […]
El proyectado enlace no llegó á efectuarse por causas que no son de este lugar. Las visitas de Matilde Cherner disminuyeron considerablemente. Pero cuando venía nos hacía pasar un rato excelente con sus discretos chistes. Y lejos de mostrarse resentida con su ex-prometido, lo echaba todo á broma, complaciéndose en mostrarse con él la mejor amiga del mundo.
Profesión de Fe, el último artículo que Cherner quiso publicar pocos días antes de que le sorprendiera la muerte, ¿es una declaración de intenciones de su autora? Que la escritora, como la protagonista del cuento, permaneciera soltera pudiera considerarse sólo como una curiosidad, un dato más de su biografía. Pero que la escritora tachara aquello de “No caben dos cabezas en un sombrero” y lo cambiara por un rotundo “Profesión de Fe” parece invitar a pensar que el relato es toda una declaración de intenciones.
Guerras sucias de escritores
Cherner se mueve en todos los géneros literarios; poesía, narrativa, ensayo, teatro y hay noticias de que incursionó en los mundos de la zarzuela. Gracias a su correspondencia, sabemos que trabajó en la redacción de al menos una zarzuela con el título Enterrado y Coronado.
Murió sin lograr la aspiración de ver representadas en los teatros madrileños alguna de sus obras. Pero dejó testimonio del compadreo feroz que rige los mundos literarios, y de la rivalidad rayana en la competencia desleal que se cuece entre literatos. (Vamos, que dejas solos a un par de escritores y diez contra una a que terminan tirándose de los pelos. Es broma… ¿o no?…).
Echando un breve vistazo a los artículos, poemas, relatos de Matilde Cherner… nos damos cuenta enseguida de que era una persona que no huía de los conflictos, polemizaba con quien hubiera que polemizar y afrontaba con energía los reveses que recibía, que no fueron pocos.
En 1872, en un intento de dar el salto a los escenarios, Cherner presenta al Teatro Español un drama titulado Don Carlos de Austria. De la mala suerte que corre esta obra da cuenta en su artículo “Historia de un drama. Contada por su autor”.
A través de este artículo nos enteramos que una de las curiosas reglas del Teatro Español era:
no puede ser puesta, en escena ninguna obra de autor desconocido, si no es patrocinada por un renombrado literato.
En fin, que los mundos literarios desde siempre han procurado complicar cuanto más mejor el acceso a los novatos…
Cherner busca el preceptivo apoyo de renombre y cuando lo consigue lleva su drama al Teatro Español. El director dictamina que es “altamente representable” si la autora acepta realizar algunas correcciones. Cherner las acepta. El problema se desencadena porque el “renombrado literato” que patrocina a Cherner es muy amigo de Núñez Arce. Y da la casualidad que Núñez Arce ha entregado al Teatro del Circo su drama El Haz de Leña, que trata sobre el mismo asunto histórico que el de Cherner. El “renombrado literato”, patrocinador de Cherner, no puede evitar informar a su amigo de que en el Teatro Español se prepara el estreno de un drama con el mismo argumento que el suyo. Consecuencia: Núñez Arce precipita el estreno de su drama, y el director del Teatro Español siente que le han pisado la historia y decide que no le interesa ya representar el de Cherner.
Pero Cherner no se rinde. Y somete su drama a diferentes opiniones para ver cómo puede mejorarlo, hacerlo más atractivo y volverlo a intentar. Y así nace un segundo drama, completamente renovado con el título Como hombre, no como Rey.
Cherner termina este drama en 1879 y otra vez lo presenta al Teatro Español. Y fatalidad de fatalidades y casualidad de casualidades donde las haya…, Núñez Arce decide reestrenar El Haz de Leña siete años después de su estreno. Consencuencia: Matilde Cherner se ve obligada a retirar, otra vez, su drama de los escenarios del Español.
En Marzo de 1873, le sucede a Matilde Cherner otra peripecia. Se hace famosa su acusación de plagio contra Agustín Fernando de la Serna, hijo del Barón del Sacro Lirio.
Ese año Matilde Cherner entrega al Teatro Español su drama titulado La cava. El Teatro Español no se interesa por su obra pero al poco tiempo estrena otra sospechosamente similar a la de Cherner, escrita por Agustín Fernando de la Serna. Cherner, es de suponer que enfurecida, pone un comunicado en la prensa acusando a La Serna de plagio, y La Serna se revuelve contra ella con toda la artillería. Justifica los parecidos clamando que se trata de un episodio histórico, que además el Teatro Español conocía su obra antes que la de Cherner, que varios escritores conocían también su drama antes que el de Cherner viera la luz, que si le obligan empezará a dar nombres, y que además llevará a Cherner a los tribunales…
Cherner tiene que aguantar párrafos en prensa del pelaje siguiente:
El drama Don Rodrigo se ha hecho mas célebre que por lo ruidoso de su éxito, por las contestaciones que ha suscitado en la prensa entre una para nosotros desconocida poetisa —doña Matilde Cherner— y el Sr. La Serna.
La una, con intrepidez no muy propia de su sexo, acusó al otro nada menos que de plagiario de una obra suya […]quien no satisfecho todavía, parece que se propone llevar la cuestión á los tribunales. Si hiciese caso de nuestro desinteresado consejo, desistiría de semejante idea.—La acusación de doña Matilde Cherner no ha producido efecto alguno: nadie le ha dado importancia, juzgándola, según dicen los francesas, une boutade.
Es una pena que no haya encontrado rastro de La Cava para compararlo con Don Rodrigo y comprobar de primera mano hasta dónde llegaban los parecidos. Ambas obras fueron escritas en verso y habría estado bien poder comprobar si las similitudes iban o no más allá del argumento histórico. Porque cuesta mucho imaginar que Matilde Cherner acusara de plagio a La Serna sólo por dramatizar el mismo hecho histórico que ella; porque lo mismo le había sucedido con El Haz de Leña de Núñez Arce, y a Cherner no se le ocurrió acusar a éste de plagio…
El caso es que Matilde Cherner echa el freno, y retira su acusación.
Que Matilde Cherner escribiera de política, que ejerciera la crítica literaria, y que defendiera su obra con “intrepidez no muy propia de su sexo” no sentaba nada bien.
De hecho, Leopoldo Alas Clarín arremete abiertamente contra ella en 1879. En su prejuicioso artículo “Las literatas”, entre lindezas del tipo: “la literata como el ángel, y mejor, como la vieja, carece de sexo” o “La mayor parte de las literatas son feas”, califica a Matilde Cherner como escritora de “menor cuantía”.
En fin, pobre Clarín, víctima del recalcitrante machismo decimonónico escribió “Las literatas”, un artículo que ha envejecido fatal, y que a la luz del siglo XXI deja a su autor en muy mal lugar. Su feroz ataque contra Matilde Cherner en el encabezamiento de un artículo de contenido tan penoso hace brillar más a nuestra paisana. Ladran, Matilde, luego cabalgamos…
¡Matilde Cherner, agente secreto en Marsella!
Además de dedicar su tiempo a escribir artículos, poesía, novelas, cuentos, dramas, Matilde Cherner, como republicana convencida, trabaja activamente por la República. Lleva su compromiso político mucho más allá de la letra impresa.
Por una carta que envía a su amigo Francisco Asenjo Barbieri, sabemos que el 27 de septiembre de 1879 Matilde Cherner estaba en Marsella viviendo una peripecia digna de un libro. La escritora lo explica así en su misiva:
Hace quince días que estoy en Marsella y de esos quince he pasado uno en la calle, once en el hospital y tres en un hotel socorrida por el Cónsul. Esta noche me obligan a marchar enferma y casi desnuda pues he perdido todo mi equipaje y el traje que tengo es el mismo, o parte del que tenía la noche del domingo 14 cuando me caí en el mar donde permanecí más de cuatro horas.
Como yo no puedo decir aquí, ni tampoco me atrevo a consignarlo en esta carta, qué hacía yo a las doce de la noche a la orilla del mar sola ni a quién, ni por qué di doscientos francos que traía para mis gastos de viaje […] Necesito pues que me haga V. el favor de prestarme mil francos, que puede girarme a Barcelona, donde tengo una casa conocida en la que me recibirán bien y en la que podré reposar y recobrarse, si esto es posible, mi perdida salud.
Yo aunque poca tengo alguna hacienda con que responder de esta cantidad de que tanto necesito serle deudora, y V. me esperará a que sin grave perjuicio pueda devolvérsela. Prefiero morir, y esto se lo digo de todo corazón, a llegar a Madrid en el triste estado en que me encuentro, sin contar que mi quebrantada salud no me permitiría tan largo viaje máxime haciéndolo como una mendiga de consulado en consulado.
Y todo por haber querido salvar la vida a quien jamás me pagará ni me agradecerá siquiera tal favor.
No me atrevo a explicarme más y le ruego que hasta mi regreso a Madrid tenga la bondad de guardarme secreto sobre esta carta […]
Tanto secreto hace sospechar a los historiadores que Cherner podría haber colaborado de algún modo nada menos que en alguna de las conspiraciones antimonárquicas contra Alfonso XII que se gestaban en Francia por aquel entonces. Ahí queda eso…
Quién fue la persona misteriosa y desagradecida a quien Matilde Cherner salvó el pellejo y por qué se lo salvó son preguntas que ya sólo pueden responderse en el territorio de la imaginación. Hagan sus apuestas… ¿Quizá un amigo?
Matilde Cherner no tenía muchos amigos. En otra carta, anterior a la de Marsella, dirigida también a Asenjo Barbieri confiesa:
Tengo muy pocos amigos: aunque dijera ninguno, no mentiría, y cuando manifiesto mi estimación y simpatía a una persona digna de ellas, sufro mucho, me duele mucho el alma, si aquella persona no me corresponde
Ese párrafo tristón y un poco desesperado lo escribe con motivo de que Barbieri no responde a su amistad ni a sus cartas como debería. Aún así Cherner sigue considerando a Barbieri su amigo hasta que Barbieri la deja tirada en Marsella, sin responder a su petición de ayuda ni tampoco a otras dos cartas más que le envía desde España, de vuelta ya de su misteriosa aventura marsellesa. Cherner le pide tajante que le devuelva la carta en la que le pedía auxilio.
Barbieri ni responde ni devuelve la carta ni tampoco la guarda en secreto como Matilde Cherner le pedía, porque cuando Barbieri lega sus papeles a la Biblioteca Nacional ni corto ni perezoso mete la carta que debió ser secreta junto a las demás de Matilde Cherner, agrupadas todas en una carpeta titulada: “Dª Matilde Cherner / Escritora/ con el seudónimo de Rafael Luna / † en Madrid, el verano de 1880”
Pero gracias a la traición de Barbieri, podemos conocer un episodio rocambolesco de la casi desconocida vida de Matilde Cherner.
«Nadie se acordará mañana de la pobre escritora»…
Tras la muerte de Matilde Cherner el 15 de agosto de 1880, se recogen algunas sentidas necrológicas en los periódicos. Es muy curiosa la insistencia de algunos de esos textos en afirmar que Matilde Cherner tuvo una vida infeliz:
[…] merece un lugar entre los buenos escritores. Matilde Cherner era pobre y era mujer. ¡Quién es capaz de comprender los esfuerzos que ha necesitado emplear para cultivar las letras!
Nadie se acordará mañana de la pobre escritora.
Nosotros, que la conocimos en vida y que hemos experimentado un profundo dolor al saber su muerte, hacemos votos por que en el cielo encuentre la felicidad que no halló en la tierra.
La Época
Y Mesonero Romanos escribió:
Hoy ésta amena y laboriosa escritora, arrebatada por la muerte, no deja en pos de sí familia, amigos ni protectores; sólo obtiene el olvido más injusto. Por eso aprovecho la ocasión de dedicar este único recuerdo a su memoria.
Esta imagen de escritora triste, abandonada y victimizada en medio de un mundo cruel me encaja mal con la mujer luchadora que tras vivir la muerte de sus padres emprende en Madrid la búsqueda de un sueño; la mujer que remueve Roma con Santiago por ver sus obras en el escenario; la mujer que se revuelve contra las zancadillas, se levanta del fracaso y rehace un drama para volverlo a intentar; la mujer que emprende viaje a Marsella con 200 francos y una misión secreta; la mujer que autoedita su novela (María Magdalena es una novela autoeditada por su autora) y la mueve ilusionada de aquí a allá enviándola a revistas y a conocidos.
Puede que Matilde Cherner no tuviera dinero, puede que no tuviera protectores, y a lo mejor no tuvo muchos amigos (¿alguien los tiene?), pero estaba llena de talento, ilusión y valentía. Luchó toda su vida por la igualdad entre hombres y mujeres y por erradicar las injusticias del mundo. Escribió y se movilizó por la libertad, la democracia y por la España federal sin rey en la que creía. Su vida y su obra fueron siempre fieles a sus principios y creencias. Y logró su sueño de escribir, aunque en vida ella siempre quisiera llegar más lejos; el corazón literato debe siempre ser inconformista.
Ciento cuarenta y tres años después de su muerte se han publicado algunos trabajos sobre su obra (ver bibliografía). Y ciento cuarenta y tres años después de su muerte aquí estamos en una web, un medio que ni Mesonero Romanos ni el redactor de La Época podían imaginar que existiría, llevando la contraria a ese olvido fatal que las condescendientes necrológicas le pronosticaban. Porque Matilde Cherner, sus obras, su vida, merecen ser recordadas, admiradas, merecen escapar de las sombras del olvido.
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Obra de Matilde Cherner
Ya lo avisa en 1887 Villar y Macías: «La multitud de periódicos en que publicó sus artículos, hace poco menos que imposible el coleccionarlos, para darlos a conocer en uno o más volúmenes».
Los títulos que aparecen recopilados aquí los he ido tomando de los estudios publicados sobre la escritora, y de revolver un poco en la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional y en la web de prensa histórica del Ministerio de Cultura.
Más allá de la pequeña lista que aparece a continuación, de Matilde Cherner queda ahí fuera mucha tela que cortar.
Poesía
- La Unión
- A los federales Salmantinos
- La Mendiga
- Canción del Herrero
- Guerra
- A un muerto
- La primera hora del año
- Los Reyes se van
- Lamentos de un preso
- Cantares
- Cantares a las flores
- Romancero Federal
- Al pueblo español
- Los dos infinitos. Soneto
Narrativa
- Un episodio de la Guerra de la Independencia
- Malagana y Lord Wellington
- Un día de gloria
- La Torre del Clavel. Leyenda
- Amor de un día
- A orillas del Tormes
- No caben dos cabezas en un sombrero/Profesión de fe
- El Miserere de Doyagüe
- La esposa de un federal
- Novelas que parecen dramas [novela]
- Ocaso y Aurora [novela]
- Las tres leyes [novela]
- El novio que entra por la puerta y el que entra por el balcón [novela]
- María Magdalena (estudio social) [novela]
- Profesión de fe
Teatro
- El doctor y el estudiante
- La Cava
- Don Carlos de Austria
- Como hombre no como Rey
- El Baroncito. Juguete lírico
Zarzuela
- Enterrado y Coronado
Ensayos y artículos
- Las mujeres pintadas por sí mismas. Cartas a Sofía
- Don Manuel José Doyagüe [biografía]
- Música religiosa sobre la profana
- Una boda en Tirados
- Notre Dame de Paris [citado el título. Artículo no encontrado]
- Villoria. Comunero salmantino
- El descendimiento
- La fiesta del Corpus
- Juan del Encina [estudio crítico]
- Algunas consideraciones acerca de la literatura dramática con motivo del drama de D. Luis Vidart, titulado: Cuestión de amores [estudio crítico]
- Adriana de Wolsey. Novela original de Ventura Hidalgo con una carta prólogo de don Víctor Balaguer –Biblioteca de la ilustración española y americana [juicio crítico].
- Juicio Crítico sobre las novelas ejemplares de Cervantes [estudio crítico premiado por la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras]
- Literatura dramática en general y sobre los teatros modernos Castellano y Catalán en particular [estudio crítico]
- Algunas observaciones sobre «La Celestina»
- Dos palabras al bibliógrafo de El Globo [réplica a una crítica de su novela Ocaso y Aurora]
- Fiestas reales
- El Vos y el Usted. Una pregunta á la opinión al buen gusto y a la Real Academia de la Lengua
- Pecado original según los «vedas»
- Los árabes en España
- Fiestas reales
- Asociación para la enseñanza de la mujer
Salamanca a Matilde Cherner
Que conste que la ciudad natal de la escritora decidió en los años 90 dedicarle una calle.
Calle Matilde Cherner en Salamanca. Foto street view
Está en el barrio de Vistahermosa. Es muy pequeñita y forma parte de un racimillo de calles dedicadas a escritores y periodistas del XIX. Está junto al parque de las Musas.
Me da que tener una calle, aunque sea muy pequeña, cerca de un parque dedicado a las Musas a Matilde Cherner le habría gustado muchísimo.
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
Estudios sobre Matilde Cherner
- “Conociendo yo, caballero, lo mucho que vale su nombre y lo poco conocido que es el mío”: Cartas de Matilde Cherner a Francisco Asenjo Barbieri (1877-1879. Pura Fernández Centro de Ciencias Humanas y Sociales-CCHS, CSIC, Madrid. En Siglo XIX (Literatura hispánica). Escritores decimonónicos en singular. Puede descargarse aquí (El estudio comienza en la página 89) (Recomiendo descargarlo porque leer las cartas de Matilde Cherner no tiene precio. Y además el estudio de Pura Fernández previo a la transcripción de las cartas es muy interesante)
- Matilde Cherner: una voz femenina y crítica ante la prostitución en la España de 1880. Mª de los Ángeles Rodríguez Sánchez. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. Puede descargarse aquí
- Matilde Cherner, canon y anticanon: periodismo político. M.ª de los Ángeles RODRÍGUEZ SÁNCHEZ. Puede descargarse aquí
Libros de temática salmantina
- Historia de Salamanca. Villar y Macías M. 1877
- Mujeres singulares salmantinas (220 A.C.- Siglo XIX). Mª Dolores Pérez Lucas. Amarú Ediciones. 2004
- Callejero histórico salmantino. Ignacio Carnero. Amarú Ediciones. 2009
Prensa histórica
- Revista del Círculo Agrícola Salmantino. 21 agosto 1880.
- El álbum iberoamericano. 30 de enero 1897
- La Discusión. Diario democrático 20 de marzo de 1873
- La Época. Científica, literaria, financiera, industrial y mercantil 8 agosto 1878; 10 de febrero, 24 marzo, 9 de noviembre de 1879
- La Correspondencia de España. 20,28 de marzo 1873
- La Época. Hoja literaria 18 agosto 1880
- El Constitucional. Diario Liberal de Alicante 10 junio 1879, 4 julio 1880
- El comercio 20 agosto 1880
- La mañana. Periódico político y literario: 1 julio de 1877; febrero, agosto, noviembre, diciembre 1878; enero, julio 1879
- La Academia. Revista de cultura hispano portuguesa latino-americana. Septiembre 1878
- La Moda Elegante. Periódico de las familias.30 de mayo de 1870; julio, octubre, noviembre de 1875, octubre 1877, junio, abril 1878
- La Unión 8 de marzo de 1879
- La Ilustración de la mujer. Enero, mayo; octubre, junio, julio, noviembre de 1875
- La Ilustración Republicana Federal, 20 de agosto, 22 de octubre de 1871; 23 de Febrero, 21 de junio de 187
- Revista europea. Tomo Decimocuarto Año VI Número 287 – 1879 agosto 24; 20 junio de 1880.
- El Periódico para todos 10, 11, 12, 13 de febrero de 1877; 21 enero 1880
- Revista Contemporánea. 30 de octubre, 30 de diciembre de 1877
- Revista de España nºs: mayo, julio, septiembre, noviembre de 1878
- El Eco del Tormes. Mayo, junio de 1877
- Revista Salmantina. Periódico Literario 25 de enero de 1852, de abril 1852
- El Federal Salmantino 4 de agosto, 19 septiembre de 1872
- La Iberia 19 junio de 1880
*Fotografía de cabecera: cottonbro studio. Pexels
Si quieres saber más de Matilde Cherner:
Matilde Cherner, una escritora con dos caras
María Magdalena, estudio social
Puede que también te interese: otras escritoras salmantinas
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Una tarde que me caí, Raimon me salvó la vida
Las previsiones meteorológicas avisaban tormenta. Por eso el estallido del primer trueno a nadie sorprendió. Lo que ocurrió a continuación sin embargo no estaba en los pronósticos.
Madrugada tranquila en un barrio peligroso
En la penumbra del dormitorio viven los fantasmas. Lo sé porque si despierto entre la noche los oigo desplazarse y respirar.
Más allá de la Vía Láctea
El próximo fin de semana me voy para siempre. Miro a Nana sin comprender. Coge el bolsito que lleva bajo el brazo y lo abre.
Claros del bosque
Cayó la noche hace tanto tiempo, que pienso con demasiada frecuencia en los últimos rayos de sol que me templaron la vida. Era jueves. Caminaba por la Avenida de Poniente.
El año del transbordador
Vinieron a por mí en febrero. Dos funcionarios. Una mujer y un hombre con caras de frío y expresión amable. El timbre habia resonado con intensidad y tono extraños.
El día que se rompió el planeta
El día que el planeta se partió en dos yo estaba en el pasillo de lácteos del supermercado. El suelo tembló. De la estantería frigorífica brotó una cascada de yogures.
Boom
Yo estaba en la cocina. De espaldas a todo. Blandía la batidora contra un puñado de verduras, decidida a hacerlas puré. Cinco minutos antes había sonado el móvil.
Noche de fantasmas
Se apaga un relámpago y la casa entera vuelve a hundirse en la oscuridad.
Robo en la biblioteca
El 2 de septiembre de 1984, alrededor de las 23:35, los vecinos de la calle Libreros escucharon un estruendo tan grande como una bomba.
Estrellarse
Caer no es un accidente. Es un acontecimiento inevitable que antes o después ocurre a todos. Nos lo repiten siempre los monitores de caída libre.
Diario de la niña chica: los reyes magos
Esta tarde he visto a los Reyes Magos. Pero ellos ni me han mirado. Y eso que he gritado para que me lanzaran un caramelo o una serpentina azul.
En el aire
Ha caído la noche sobre este día terrible. Entran por la ventana el rumor de los árboles, un incansable canto de grillo y el chapotear de la fuente en la plaza.
Valentina está decidida a matarse
El reloj de la catedral da las ocho de la tarde. Valentina cierra los ojos como si pudiera amortiguar de ese modo el estruendo de las campanas.
Diario de la niña chica: ola de frío polar
Dice Mamá que hay una ola de frío polar. Pero en el cole, hemos salido al patio a jugar igual que cuando no hay olas de frío polar,
Diario de la niña chica: no pienso tener novio jamás
Carlos Ruiz es un niño de mi clase que me ha dicho que soy su novia. Así, de repente, y sin consultar.
Diario de la niña chica: soy mala
Siempre he querido tener un diario. Se lo he pedido muchas veces a mis padres; muy seria y con las manos a la cintura.
Órbita marciana
El 19 de noviembre, la sonda espacial MRO orbita Marte en un cielo color caramelo.
Isla Veintidós
Por las noches, cuando llega el silencio y ululan las lechuzas, si tengo la fortuna de hallarme en casa, cierro bien puertas y ventanas.
La menguante luz de un cuarto de luna
La nevera sin cena me obliga a salir esta noche. Y no quiero. Esta noche no. Maldita nevera. Maldita cocina. Maldito mi caos doméstico tan salvaje.
Función de Navidad con niebla
Siempre hay una primera Navidad sin Navidad, un primer árbol sin luces, un altavoz que dispara a bocajarro el primer villancico que hiere
Vaya trabajo!!!!ilustrativo,completo y sentimental.Seguro que Matilde está sonriendo en la otra vida.Besos.
Hola!! Gracias!! bueno, es que ya sabes que llevaba un tiempillo dándole a la Cherner y al final ha salido esto, que como siempre me enrollo y sale larguísimo. Besos.
Impresionante entrada la que has realizado sobre esta autora salmantina. Desde Salamanca paso a paso, mi más profunda admiración por tu trabajo, Un fuerte abrazo.
¡Muchas gracias, Manuel! ¡que me voy a poner roja, hombre! Pues como si tú no hicieras entradas impresionantes en tu blog. Yo todavía sigo dando paseos por la muralla charra de tu blog! Otro abrazo para ti.
Me quito el sombrero ante semejante entrada, no solo te felicito sino que también te agradezco que me hayas descubierto a esta escritora hasta ahora desconocida para mi. Felicidades y gracias. Gerardo Rodríguez Izquierdo
¡¡Muchísimas gracias, Gerardo!! A mí me pasó igual. Me sorprendió mucho descubrir la escritoraza charra que tenemos y lo olvidada que estaba. Muy injusto. Muchísimas gracias por dejar tu comentario. ¡Saludos!
Maravilloso relato sobre esta paisana ilustre, culta, prolífica y republicana hasta el tuétano. Gran feminista, luchadora y federalista… He disfrutado enormemente con este maravilloso descubrimiento de una escritora que buscaré entre los libros. Muchas gracias.
Tony Santos, muchas gracias a ti! Me alegra que te haya gustado. Y gracias también por dejar aquí tus impresiones. Saludos 🙂