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Sobre estas líneas veis la edición en papel de la novela Pasos en la escalera. El autor de la cubierta es Manuel Ribera, que nos ha abierto de par en par esa ventana maravillosa para que los personajes se asomen a la portada.  Una peculiar comunidad de vecinos que cada mañana buscará un respiro, sol, aire fresco, un poco de ánimo para salir a plantar cara otro día más a esta vida de locos, dificilísima y tantas veces decepcionante.

Por esa ventana, que los personajes abren para respirar, nos asomamos nosotros a sus interiores. Espacios íntimos que la portada y la contraportada ya nos dejan entrever a través de las ventanas, presagiando lo que vamos a encontrar nada más abrir el libro. Porque Pasos en la escalera es una novela de interiores.

Todo lo que se puede decir de una ventana lo ha dicho ya esa ventanera por excelencia que es Carmen Martín Gaite:

Limítrofe entre el espacio cerrado y el abierto, entre lo conocido y lo inexplorado, entre el más acá y el más allá, entre la guarida y la aventura al raso.

De todo esto habla la portada y de todo esto habla Pasos en la escalera. De la tensión entre dentro y fuera, entre cada uno y los demás, entre lo que veo y lo que hay. Del vértigo que algunas veces da asomarse al espacio abierto de ahí fuera, lleno de dificultades, sucesos incomprensibles y gentes de todo tipo.

Para afrontar semejante «aventura al raso» no queda más remedio que respirar hondo y, en ocasiones, ovillarse en algún rincón de casa. Y aún así, hay veces que ni la guarida alcanza a protegernos, a darnos ese respiro, ese sol, el aire fresco que está buscando la muchacha ventanera de la portada.

La novela habla de qué ocurre si abres la ventana, y el aire fresco no alivia el ahogo ni el miedo ni la decepción ni el dolor ni la rabia. Si de pronto un día no queda ya nada más que vértigo y una ventana abierta entre tú y el vacío.

Lo que más deseo ahora es que, si acompañáis a esta pandilla de vecinos en sus peripecias y batallas, os encontréis a gusto en el edificio subiendo y bajando escaleras, entrando y saliendo de pisos.

Ojalá cuando lleguéis al final de la novela sintáis que, al otro lado de esa ventana que se cierra en la contraportada, tenéis a un puñado de buenos amigos y a esa ventana trasera bien cerrada por si las moscas, no, mejor por si las abejas… (Si leéis la novela lo entenderéis😉)

Dejo constancia de lo muchísimo que me he tenido que esforzar para no empezar a presumir enseguida de esta preciosidad de portada, que me robó el corazón en cuanto la vi. Porque representa a mis personajes, a sus desequilibrios entre interior y exterior, a sus desencuentros con lo de fuera, ese espacio abierto que los protagonistas de la novela intentan, como pueden, explorar y habitar. A todos ellos representa y de todos ellos habla la portada. De Claudia la temerosa, de Irene la guerrera, de Daniel mi héroe, de Cristina mi niña hechizada, de Bruno el juntaletras, de Víctor y Alejandro mis lunáticos bajo la luna, de Martín el malhumorado y de Catalina, mi vieja Catalina y su abismo sin nombre.

Sólo me queda agradecer al autor de la cubierta el maravilloso trabajo. Manuel, la magia de tu portada va a contagiarse a mi texto. No se puede pedir más. GRACIAS 💓
Pasos en la escalera esta disponible en papel —tapa dura, tapa blanda— ¡Dios mío cómo quedan de bonitas portada y contraportada en las ediciones de papel! Enamoran. Os lo juro 😍.

También podéis descargar la novela en formato Kindle. En la versión digital, nos perdemos el hechizo de la ventana trasera que se cierra al final. Pero que nadie se preocupe, porque conservamos el encantamiento de esa ventana principal abierta de par en par, dejando entrever, a quien esté dispuesto a asomarse, el interior de los personajes que allí viven.

El edificio será todo lo viejo que queráis, muy frío y para colmo de males sin ascensor. Pero puedo asegurar que es un buen lugar para estar cuando el vacío se hace demasiado grande y arrecia el vértigo. Doy fe de ello porque, mientras escribía la novela, viví en el edificio casi tres años de vértigos y sentí una pena inmensa al tener que abandonarlo cuando la acabé (O bueno, cuando creí que la acababa😅). Estos últimos meses de correcciones, de preparación de la nueva edición, este regreso a la comunidad de vecinos del edificio viejo, han sido para mí volver a casa. Ojalá queráis vosotros entrar en esta casa y hacerla vuestra también. Además, ahora tiene las ventanas más bonitas del mundo.

Me gustaría mucho escuchar vuestros pasos por la escalera. Así que allí os voy a esperar, por si venís.