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A los salmantinos que por a, por be, por jota o por zeta no podemos escapar unos días a la playa, Salamanca misteriosamente se nos achica. Sus calles estrechas se estrechan más y la Plaza Mayor por algún prodigio raro se nos encoge. —Es posible que fenómenos igual de extraños los experimenten también en otras ciudades sus habitantes de diario, no digo que no 😜— Pero ser salmantino en Salamanca, todos los días y a todas las horas los meses del verano, ha sido siempre un papelón.

Cuentan los periódicos viejos que en los veranos de antaño, Salamanca se moría de calor y aburrimiento.

Los salmantinos pudientes o los que hacían un poder cogían los trenes —¡en aquel entonces había trenes!— rumbo a las brisas frescas del norte; sobre todo a San Sebastián.

Cuentan que las calles quedaban desiertas y la única animación estaba en el andén de la estación de ferrocarril. Gente subiendo o bajando de los trenes; huyendo del verano salmantino, o volviendo de balnearios y playas los que habían agotado ya sus días de libertad.

En la ciudad, los aguerridos salmantinos que se quedaban asomaban la nariz a eso de la caída del sol. Y se quejaban mucho de que no hubiera bancos en condiciones ni luz suficiente en la Alamedilla, en el campo san Francisco, en la plaza de Colón, en el paseo de Carmelitas y en la zona de la Glorieta, que eran los lugares donde la vegetación refrescaba un poco los calores del verano.

Los paseos diarios a base de dar vueltas y más vueltas por la Plaza Mayor se suspendían a excepción de los jueves y los domingos. Los paseantes domingueros y juevesinos contaban con una banda de música que animaba su caminar en círculos. Y al ritmo de la música aquellos salmantinos hacían lo que mejor sabemos hacer: charlar unos con otros, hablar de esto o de aquello, de éste o de aquel, arreglar de boquilla los problemas de España, alimentar las esperanzas de que una concreta amistad llegara a algo más…; en resumen, vivir.

Plaza Mayor de Salamanca, Fachada Ayuntamiento

El café Novelty y el Pasaje sacaban mesas y sillas. Los jueves y domingos era tanta la afluencia de salmantinos que era complicado hacerse un lugar para tomarse el cafelito o el refresco. Pero el resto de la semana nadie se sentaba en aquellas mesas., la plaza mayor se quedaba vacía y sola.

Los aficionados al paseo se trasladaban esos días a la Alamedilla. Y los paseos se alargaban entre los jardines hasta las once de la noche.

Al compás de las once campanadas muchos salmantinos empezaban a recogerse. Pero los que opinaban que la noche aún era joven, caminaban inevitablemente rumbo a la Plaza Mayor. Porque no hay salmantino que se precie que no baje al menos una vez al día a la Plaza Mayor. Ya lo decía el Adelanto en 1908:

Todo salmantino lleva dentro algún recuerdo de la plaza, algo que le hace quererla y que le lleva a ella, inevitablemente, uno y otro día.

Así que a eso de las once y algo empezaban a llegar salmantinos a la Plaza Mayor. Tomaban asiento en los bancos de piedra, entre los jardines que en tiempos tuvo la plaza, y se enzarzaban en tertulias animadísimas que duraban hasta las dos o las tres de la madrugada.

Catedral de Salamanca de noche, desde la plazuela de los Dominicos

Los, que tenían la suerte de contar con alguna plazoleta o una calle poco concurrida a las puertas de sus casas, renunciaban al desacarreo de bajar por la noche a la plaza, cogían el butacón más cómodo de casa, cargaban con él escaleras abajo, y lo aposentaban en la calle donde los demás vecinos habían bajado también su butacón favorito:

Sentados en cómodos butacones, despojados de toda ropa superflua, estos vecinos se encuentran en la mejor de las playas rodeando la puerta de entrada de sus casas y teniendo en el centro del corro un hermoso botijo […] De vez en cuando uno de los concurrentes a la tertulia abre un paréntesis en la conversación, coje el botijo, lo coloca a gran altura y el chorro que de su pitón sale, es recogido ávidamente por el asfixiado vecino. […]

 

—Le digo a usted, doña Elvira, que este calor es verdaderamente insoportable.

 

—Atroz, don Julián, atroz. Si no fuera por estas noches, relativamente frescas, era imposible la existencia en este antiquísimo proyecto de urbe civilizada. No sé como a mi mente, acalorada, como es natural, se le ha penumbrado la maquiavélica idea de aposentarnos todo el verano en Salamanca. […]

 

suenan las doce en los relojes de las habitaciones abiertas de par en par y sus moradores todavía siguen haciendo elogios de los fríos del invierno, aunque durante este se les oiga continuamente la frase de <<¡vaya un frío!>> y otras análogas.

 

—Ustedes perdonen que me presente en estas formas. Pero es que ahí arriba es material y respiratoriamente imposible aguantar la existencia. Calculen ustedes, ¡36 grados!

 

Y don Jesús aumenta el corro, aumenta la tertulia y disminuye el agua del botijo en cantidad alarmante, hasta el punto que tiene que ser sustituído por otro recipiente refrescante perteneciente a la familia del principal.

 

—Yo lo que opino es que debemos comernos una sandía, que debe estar a estas horas superior.

—¡Ay, don Jesús! No sea usted ordinario, por Dios… ¿Ahora una cucurbitácea? No, no…

—Señora, Esta clase de frutas no obligan a todos como las disposiciones vigentes que han emanado del seno del Poder público.

 

Don Jesús trata de quedarse con la cursi, remedando las frases y acciones de ésta. Y a los pocos momentos pasa la sandía de mano en mano, quedando vertiginosamente consumida.

 

[…]Cuando ya el repertorio y el último botijo van agotándose, los vecinos empiezan a bostezar […]

Estas pruebas evidentes del sueño hacen que los señores adviertan a sus cónyuges lo intempestivo de la hora, desanimándose por consiguiente la tertulia.

 

Cada cual mira su reloj, coge su butacón y comienza la dificultosa subida por las oscuras escaleras hasta que don Jesús, que vive en el segundo ha dejado a todos a las puertas de sus habitaciones.

—Vaya, hasta mañana.

—Adiós, que usted descanse.

—Buenas noches.

 

García de Lara (El Salmantino Periódico Semanal)

Los amantes de la música podían cambiar las tertulias nocturnas por los conciertos que organizaba en su patio el café el Pasaje.

Luego, el concierto termina bajo aquella agradable impresión, y abandonamos el lindo patio del Pasaje, en el cual hemos soñado y hemos vivido un buen rato, unas veces tristes y otras alegres, según la música lloraba o reía… Y así todas las noches…

El reportero de El Adelanto deja que la monotonía del verano charro salpique sus párrafos . Si la monotonía y el calor son para todos complicados de llevar, para un reportero de ciudad de provincias, sin noticias que contar, mucho más.

Pues no, señor; para los que nos resignamos a vivir en las playas de la plaza, o en el patio del Pasaje, oyendo música francesa y rusa (que es lo que ahora priva), no hay salvación posible.[…]

Bochornoso es, en alto grado, para un periodista, escribir de este tema, porque ello indica la carencia de asunto o la falta de imaginación para inventarlo, echadle la culpa a esta bochornosa Salamanca, que no da más de sí, y que lo es en alto grado: porque bochorno también se llama, según los señores de la Academia a “el calor que produce una grande calma, o el mucho fuego”…

 

¿Y qué más calma, y qué mas fuego que los que hay en Salamanca estos días?

Sin embargo aquellos salmantinos tenían un arma infalible contra la calma y el fuego: fantasear con las ferias de septiembre:

Los presupuestos familiares no suelen dar para mucho, y de ahí que si se veranea, tiene uno que pasarse la feria en casa o en la plaza Mayor viendo las iluminaciones.[…]

Conozco a uno que estaba ya a punto de veranear. Pero surgió el conflicto: si había veraneo, no había feria.[…]

—¿Papá este año, como no veraneamos, me llevarás a una corrida?
—Sí hija, sí; a la tercera.
—Y al teatro…
—Todas las noches.
—Y a Novelty.
—Por las tardes.
—Y al cine.
—A todo, hija mía, a todo

Y entretanto llegaban las soñadas ferias algunos se atrevían a espantar el bochorno y el tedio sacando el bañador. Muchos acudían a oxigenarse a la Chopera del Tormes. Y los que querían darse un chapuzón debían ir a las zonas designadas por el Ayuntamiento. Diferenciadas para mujeres y para hombres, que en aquella época mezclarse era un tanto problemático.

Catedral de Salamanca desde la orilla del río Tormes

El Tormes, comprensivo con los calores charros, disminuía benévolo el caudal por estas fechas para facilitar la vida a los bañistas. Pero la bondad de un río siempre es engañosa

Cada verano el Tormes se cobraba alguna víctima. Y el aburrimiento canicular se sacudía:

—¿Te has enterado? Han sacado del río a un ahogado…

Y el que recibía la noticia, y el que la daba, un poco se estremecían. Y buscaban toda la información en los periódicos bajo el titular::

La desgracia de hoy

Lugares autorizados para bañarse en el Tormes. Prensa histórica

Imagen procedente de la web de prensa histórica del ministerio de cultura

Y así, entre paseos, conciertos, tertulias, excursiones a la Chopera, sobresaltos, alguna que otra incursión a la horchatería, algún que otro helado de mantecado o de leche merengada, se iban pasando los rigores estivales y aproximándose las fantasías de las ferias.

Tirando de botijo, tirando de ilusiones, tirando de buen humor se iba pasando el verano

QUISICOSAS
[…]
Se dice con fundamento
que Salamanca en verano,
sin ser del todo un portento
es de clima fresco y sano.
Pero como cuando aprieta
estamos que se echa espuma,
el que tiene una peseta
hacia las playas se esfuma.

[…]

Se marchan y ya tu ves,
lector, nuestro porvenir:
jueves y domingo ir
a escuchar el <<un, dos, tres>>
Yo aplaudo la decisión
de tanta gente resuelta,
y les deseo una vuelta
de feliz recordación.
Que aún cuando en la capital
en época de calores
se sortea el temporal
con habilidad, lectores,

[…]

Sin negar hechos seguros
de que aquí no es malo el plan,
en cuanto tenga cien duros
¡me voy a San Sebastián!
(El Adelanto. 1916)

No sé a vosotros, pero a mí este verano me dan ganas de recuperar el botijo.

¡Feliz verano a los que os quedáis y a los que os vais! 😉

*Entrada publicada el 1 de julio de 2013, actualizada el 10 de agosto de 2024

BIBLIOGRAFÍA

  • El Salmantino : periódico semanal Año Segunda Número VIII – 1916 junio 17
  • El Adelanto: 14 de julio de 1900; 25 de junio de 1906; 3 de agosto de 1907; 8, 19 de agosto de 1908; 6 de agosto de 1909; 16 de agosto de 1910; 4 de agosto de 1916
  • Decíamos Ayer Revista Escolar mensual. Publicada por los alumnos del colegio de Calatrava: 20 de diciembre de 1920
  • La Voz de Castilla  diario de la mañana. Defensor de los intereses agro-pecuarios de la región: 1 de junio, 3 de julio de 1924
  • El Salmantino  periódico semanal: 24 de agosto de 1918

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