Seleccionar página

Hoy he visto en la televisión a un niño que ha estado a punto de morirse del todo en un barco que navegaba muy cerca de la isla del Giglio.

Lorena, mi profesora de infantil, nos ha enseñado la isla del Giglio en el mapa. Es un fleco pequeñín de una bota de tacón alto que Lorena dice que se llama Italia.

El niño que ha salido en la tele es un poco mayor que yo. Sólo un poco. Muy serio ha mirado al cristal del televisor, y nos ha dicho que sintió miedo porque pensó que iba pasar lo de Titanic. Esa peli la he visto yo. No me gusta porque es larga y porque el agua mata del todo a la gente.

Dice Mamá que un capitán no puede abandonar el barco hasta que haya desembarcado el último viajero. El capitán del Titanic en el cine sí se quedó, pero el capitán del barco hundido, donde viajaba el niño de la tele, no.

Dice Lorena que no confundamos las películas con la realidad. Que el cine está lleno de valientes. Pero en la realidad somos cobardes. Todos. Vencer el miedo es un gran esfuerzo que no todos quieren intentar. Es más fácil para el capitán de ese barco — y para todos— salir corriendo que vencer el miedo y quedarse a ayudar.

Lorena dice que la vida real está llena de naufragios y de gente que abandona los barcos sin mirar atrás.

Carlos Ruiz le ha dicho a Lorena que eso no podía ser porque nuestra ciudad ni tiene mar ni tiene barcos ni nada.

Lorena le ha dado la razón. Ha dicho que tal vez había sido un poco exagerada.

Luego se ha quedado pensativa. Nosotros hemos seguido en silencio mirándola con atención, porque ha puesto la cara de cuando está a punto de decir algo muy importante que si lo aprendes bien te felicitará y se lo dirá a Mamá y a Papá.

Dice Lorena que hay naufragios de muchos tipos y que para algunos no hace falta surcar el mar. Como cuando un niño choca contigo en el patio, te caes y te da tanta rabia y tanta pena que te hundes en un mar de lágrimas y no puedes ponerte de pie. Dice Lorena que si entonces te echan una mano es más fácil levantarte y volver a jugar. Pero que hay niños que prefieren salir corriendo sin mirar atrás, para no cargar con culpas, responsabilidades o el llanto de otro..

¡No hay que hacer eso!

Que no se me olvide lo que ha dicho Lorena al final:  cuando corres, aunque el aire te de en la cara y a ratos parezca que vuelas porque los pies no tocan el suelo, hay que mirar alrededor para no atropellar a los demás, porque el patio de jugar es para todos.

*Fotografía: picjumbo_com, Pixabay

Más páginas del diario de la niña chica que pueden gustarte

Diario de la niña chica: Soy Mala

Diario de la niña chica: Soy Mala

Siempre he querido tener un diario. Se lo he pedido muchas veces a mis padres; muy seria y con las manos a la cintura. Me parece que en esta postura...

Desde el bosque, últimos cuentos


Si quieres leer más historias, aquí hay más cuentos:

Portada del cuento El hombre de negro de Laura Rivas Arranz

El Hombre de Negro

Si el tiempo real y el de los sueños coincidieran, cabría la posibilidad de que se encontrara conmigoLa primera vez que dudé de él fue en un mercadillo. Era un domingo soleado y frío. Yo miraba unas pulseras de cuero: —Son bonitas, ¿qué te parecen? Él no me respondió....
Portada para el cuento Humo de gofres de Laura Rivas Arranz

Humo de gofres

Hace quince años no sabía que la vida va oscureciéndose, arrugándose, defraudándote y encogiendo hasta un punto que o sales fuera a respirar, o te ahogas sin remedio en lo profundo de la locura. Comprendo que existirán otras formas de salir fuera a respirar, pero yo...
La grieta. Cuento de Laura Rivas Arranz

La grieta

Hace doce meses una grieta partió por la mitad el jardín. La tierra se abrió en dos y emergió de la nada una sima profunda . Han venido a verla dos geólogas, una directora de documentales, un topógrafo, una ingeniera técnica y un espiritista. Nadie me ha dado una...
Valentina está decidida a matarse. Cuento de Laura Rivas Arranz

Valentina está decidida a matarse

El reloj de la catedral da las ocho de la tarde. Valentina cierra los ojos como si pudiera amortiguar de ese modo el estruendo de las campanas. Tan cerca está de ellas que podría rozarlas con sólo salir del escondrijo y caminar dos pasos. El vigilante acaba de subir a...
El sentido del viento. Laura Rivas Arranz. Cuento

El sentido del viento

Por más que el sol brille sobre la ciudad, la calle Laguna discurre siempre entre sombras, angosta, retorcida, sin encanto, expuesta al capricho de los vientos. A Cloe le gusta caminar por la calle Laguna. A la altura del número cuatro, a eso de las dos y diez, suele...
Manual para una despedida. Cuento de Laura Rivas Arranz

Manual para una despedida

Las Escuelas de la Vida se salieron del territorio de las metáforas y tomaron cuerpo en edificios con aulas, pasillos, conserjería y secretaría, Reconozco que cuando lo supe arrugué la nariz con incredulidad y desprecio.: Sí hombre, a estas alturas, qué me va a...
Primavera. Laura Rivas Arranz. Microcuento

Primavera

Quiero que venga ya la Primavera. Que las hojas y las flores y los frutos disimulen de una vez el montón de esqueletos en hilera que plantaron en el Paseo. *Fotografía de Alvimann. Morguefile.Desde el bosque, últimos cuentos Si quieres leer más historias, aquí hay más...
La mujer que robó los cabezales del video

La mujer que robó los cabezales del vídeo

—Que me quiera… Se lo imploro al retrovisor. Como si la maleta y el chubasquero, tirados de cualquier manera en el asiento de atrás, pudieran hacer por mí algo más que reflejarse en el espejo. —La gente asmática termina con el corazón hecho polvo. Te lo digo yo. O te...
Velatorio 3. Laura Rivas Arranz., Cuento

Velatorio 3

—Hace un frío tremendo, Mónica… Me lo ha dicho mi madre con los ojos en lágrimas. Me levanto como si confiara en que mis pies sostendrán el peso de mi cuerpo. Me sostienen. Salgo de la habitación, y golpeo la primera puerta que aparece en mi camino. La voz del...
Lo que digan los artificieros. Laura Rivas Arranz

Lo que digan los artificieros

Cuando los artificieros dictaminaron que el costurero de la bisabuela era una bomba, me dio la risa. La primera vez que explotó y me voló un día entero, caí en crisis de llanto. De los artefactos explosivos parentales no te puedes desatar. Ahora sigo al milímetro las...

 Novelas


Dos historias sobre la dificultad de habitar mundos tan diferentes a los que soñábamos

Portada de la novela Pasos en la escalera de Laura Rivas Arranz

Pasos en la escalera

Enero. Un día al atardecer alguien cae al vacío por la ventana de un edificio.

Cuatro meses antes, una universitaria principiante se instala en el sexto piso. Subiendo y bajando por las escaleras, irá encontrándose con su vecinos: el niño-Batman, la niña fea, el médico del botiquín desmantelado, una abuela que extravía recuerdos, la dependienta que no vende, un escritor con batidoras en la maleta.

El perturbado del séptimo sabe que puedes leer sus pensamientos. En lo alto del edificio un astrónomo deprimido vigila con obstinación la luna.

Interesados, suban hasta la azotea. En caso de pérdida, sigan el rumor de pasos en la escalera.

Valoraciones de lectores 4,1 sobre 5. Pasos en la escalera
Portada de la novela "Rompecabezas"

Rompecabezas

Un colegio es un edificio gris habitado por alumnos de primera, de segunda y de tercera clase. Un lugar frecuentado por atracadores de recreos, ladrones de voces, niños invisibles. Esta es una historia sobre colegios, rompecabezas y niños algo rotos.

La narración abarca dieciséis horas en la vida de tres adolescentes, al borde de la mayoría de edad. Antes de adentrarse para siempre en el país de los adultos, los tres jóvenes exploran los rincones oscuros del colegio...

Valoraciones de lectores. 3,8 sobre 5. Rompecabezas
laurarivasarranz.com
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.